Evitando reseñas históricas, ¿de acuerdo?
Porque no soy bueno en eso, como no lo soy en muchas otras cosas.
La primera narración que leí del Negro Fontanarrosa fue el primer cuento de su primer volumen de relatos: El mundo ha vivido equivocado. Todavía hoy lo recuerdo. Me dolía el abdomen de tanto reírme, y no estoy exagerando: lamentablemente, pocas veces en mi vida he tenido ataques de risa que no podía contener.
Pero más allá del efecto humorístico, la narración y el tempo implacables, el remate, etc., lo que me llamó la atención fue el cuidado del detalle: no me olvido de cuando describe a la rubia del cuento moviendo "el piecito" mientras hablaba presumiblemente con el dorima y el narrador la relojeaba desde otra mesa. Ese "piecito" era toda una declaración de principios, era una actitud, era una sugerencia sobre el atractivo y el sex appeal de la mina, era un anzuelo que mordía el salame, era el paladearse con lo que se venía. Todo eso en dos palabras: "el piecito". No sé si les pasa a muchos, pero cuando leo a alguien por primera vez puedo darme cuenta si conecto o no: ese tipo de detalles, o darme cuenta de ellos, me dan la sensación de que el tipo o la tipa que escribe me está hablando a mí solo, y a nadie más. Que me lo escribió para mí.
El último cuento que leí del Negro fue hace poco, de su último libro El Rey de la Milonga. Yo estaba en una playa con mi familia un día que hacía un tiempo horrible. Igual que en el cuento. La cosa es que en medio de una burla feroz a la idiosincrasia playera del argentino medio, súbitamente a uno de los personajes se lo tragaba literalmente el mar, y la vida seguía. Fue la primera vez en muchos años que les leía un cuento a mis hijos, en vivo y en directo (ya no son bebés ni toddlers), y me hizo tanto bien escucharlos reír como locos, saboreando lo que posiblemente haya sido su primer contacto con el absurdo en versión telúrica. Uno de ellos, hace muy pocos días, tomó subrepticiamente el libro de la biblioteca "general" y se lo llevó a la suya en su habitación. Me consta que lo está leyendo.
Por lo cual voy a tener que buscarme otras razones, otras personas, otras circunstancias que compensen lo que el Negro logró tan sólo sentándose frente a un teclado y dejando que sus páginas sean (graciadió) públicas.
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12 comentarios:
El Negro escribió consejos
para un suicidio exitoso:
los he posteado en mi blog.
¡Leélo, que es muy gracioso!
http://robertofontanarrosa.blogspot.com/
hoy en el cole,a mi hijo mayor , la profe les contó un cuento de fontanrrosa. y pensé, que no todo está perdido en la educación(publica para mas datos)
Muy lindo Roedor, me paso algo parecido con el Negro cuando lo lei por primera vez.
En mis vacaciones,compre el suplemeto Ñ de clarín, y llore (de risa) un buen rato con el cuento del perro.
primero yo leía boogie y mi papá me lo dibujaba para que yo lo pintara. teníamos los libritos, los del aceitoso y los de inodoro. mucho después tuve mononucleosis y un amigo de mi vieja me regaló Best Seller. así empezamos.
Sra. Plagiada, no tengo mucho ánimo de andar visitando blogs ¿por qué no nos cuenta después si los consejos del Negro, además de graciosos, son efectivos?
Lindo post, roedor.
Saluti
Puf, ya pasaron varios días y no me estoy bancando la canonización de Fontanarrosa.
Si le queda tan bien el vuelo bajito, ahí a ras del piso. Eso de decir cosas importantes hablando como si fueran boludeces...
Me pregunto cuántos habrán leído algo más que un par de Inodoros Pereyra.
No es el piecito, es la piernita.
Bien ahí, anónimo. Me equivoqué con el diminutivo. Me gusta que haya bloggers rigurosos. Para inconexo ya estoy yo. Honestamente, gracias por la corrección.
Muchos leyeron más de dos historietas pelotudo, y con más atención que vos por lo visto.
Es bueno tener alguien que esté en esos detalles tan importantes, y que tenga una vida tan saludable que le permita comentar de manera tan inteligente en blogs ajenos.
Decime dónde es tu club de fans que me anoto, así aprendo a vivir.
Habló el Petete de los blogs ajenos, demasiada histeria por una corrección de nada.
Vos sos el Tití Fernández de los blogs, parece.
Ahora me voy, que tengo que seguir iluminando gente, papá.
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