jueves, 24 de enero de 2008

Otra performance memorable

Como estoy fiaca para pensar en cosas intrascendentes pero simpáticas como las que siempre escribo, va otro videíto, inspirado por el que posteé de Sting más abajo.

Al igual que la canción de Sting, esta de Stevie Wonder, "Dancing to the rhythm" abrió el recital de Wonder registrado en el disco "Natural Wonder".

La curiosidad en este caso es que la canción esta era inédita al momento de ejecutarse, y el tipo va y abre el concierto con la canción. Si eso no es tener las bolas bien puestas, no sé qué es.

La canción es un mazazo en la frente, tiene un arreglo de cuerdas un tanto cursi pero efectivo, la sección rítmica es demoledora y Wonder canta como pocos (esto no es novedad).

Lástima el speech del comienzo que "pisa" el comienzo de la canción.

Obviamente en este concierto no estuve, pero si estaba, después de esa canción me iba a casa lo más tranquilo... El resto del recital (que está bueno, se recomienda) era una yapa de lujo.

Enjoy.

Una no muy conocida

Este está bueno.

Yo estaba ahí en el estadio (creo que River) en 1987.

Era la época en que Sting posaba de lindo, como se aprecia. Pero al igual que siempre, cantaba y tocaba.

Esa canción abrió el recital, y cuando la terminaron (enganchada con “la otra”, que es la perla del asunto), daban ganas de irse a casa con la panza llena.

“Lazarus Heart” abría su segundo disco, una linda canción, pero luego de presentar a la banda cuando se iba terminando, empezó a boludear con algunas notas preanunciando la canción siguiente, que empieza de repente y sin avisar. Cuando empezó con el instantáneamente reconocible riff, la marea humana del estadio casi hace elevar el escenario por encima de las tribunas. Éxtasis total.

Las curiosidades son:

1. La banda era una banda de desconocidos con excepciones honrosas de Steve Coleman, un saxofonista jazzero muy creativo que en una época tocó con Cassandra Wilson, el viejo compinche (y luego finado) Kenny Kirkland en teclados y Mino Cinelu en percusión, sesionista de lujo que tocó con Miles Davis.
2. Todos los demás, no sé de su vida, en especial de la del guitarrista (de quien no sé ni el nombre ni el apellido), que hace un solo muy comprimido (el de la segunda canción) con una energía inusual, y hasta se da el gusto de citar el riff de la primera canción casi al comienzo. Muy sutil.
3. La segunda canción es totalmente opuesta en clima y temática a la primera, pero parecen hechas para ser tocadas así, una pegada a la otra.
4. Sting como solista siempre me gustó, pero su “otra” etapa siempre es como que tuvo más pulsión, más mugre, será por la interacción con los otros dos bestias salvajes.

Demasiadas pistas, pero prefiero que aprieten el “play” y verifiquen de qué estoy hablando. La copia y el sonido no son de lo mejor, pero es un buen documento.

Enjoy.


miércoles, 23 de enero de 2008

Así no funciona...

Ayer a la tarde, martes 22 de enero de 2008, cerca de las 20 horas, necesitaba comprar un par de boludeces y entré a un local de una conocida cadena francesa de hipermercados ubicado en la zona Norte del GBA, muy cerca de la General Paz.

Encarando hacia el fondo a la derecha, súbitamente me topo con banners, punteras de góndola, cenefas especiales, carteles de colores chillones.

¡Vuelta al Cole!

¿Eh?

Highlighters de colores flúo, repuestos de hojas rayadas y cuadriculadas, inútiles transportadores, colas en pomitos transparentes, todo el arsenal.

Me restregué los ojos, pensando que me había bajado no de mi auto sino de una versión trucha del De Lorean de Marty McFly, y verifiqué que no estábamos a fines de febrero.

Deformación profesional: me imaginé al encargado de marketing de la cadena negociando estas cosas con sus pares de los proveedores... a comienzos de diciembre, cuando los infantes todavía no habían terminado el ciclo lectivo anterior.

Me pregunto cómo habrán sido las caras de ambos lados de la cuerda: ¿estaremos haciendo lo correcto? ¿a esto llamamos vida? ¿es esto un sistema sano de competencia capitalista?

A ver si nos entendemos: yo vivo de situaciones como esta, es decir, de cosas que yo quiero que vos compres para que yo pueda ganar más dinero. Pero esto ya pasa la raya de lo razonable.

Hace muchos años llegué en pleno abril a una ciudad pequeña del Medio Oeste de Estados Unidos. Fui por laburo y cuando estaba entrando con mi auto en el hotel vi que el parque que está justo enfrente estaba todo decorado con motivos navideños rojos y blancos, y una sustancia blanca de consistencia dudosa y aspecto de nieve estaba esparcida por toda su superficie, canteros, faroles, bancos, etc. Luego de la sorpresa inicial, me dije: "Estos gringos sí que no pierden tiempo para las promos de fin de año: las empiezan en primavera". Cuando le pregunté a los locales por qué tanta anticipación, se rieron y me contestaron: "No, es que Arnie Schwarzenegger está en la ciudad filmando una película que se llama Jingle all the way".

Por una vez le ganamos a Hollywood. La realidad imita al arte, como decía un ingeniosísimo irlandés.

Y cada vez estamos pior.

lunes, 21 de enero de 2008

"Nunca te arrepientas de lo que no hiciste"


El otro día fui a ver El amor en los tiempos del cólera, y me acordé de varias cosas.

Entre ellas, de la frase del título.

Cuando yo laburaba en una empresa yanqui viajaba mucho allá arriba y tenía una colega que hacía más o menos el mismo laburo que yo acá, pero en Colombia. Nada que ver conmigo la mina: algunos años menor que yo, conchetita de buena familia, hija de una pareja de abogados exitosos de Bogotá, ingeniera industrial con posgrado en administración en exclusiva universidad de USA, calculo que había leído García Márquez sólo por ósmosis geográfica, porque quizás había que leerlo, o porque alguien en algún ministerio, con premio Nobel zurdito legitimado por unos suecos locos, había decidido turísticamente que era conveniente leerlo o hacerlo leer.

O porque ese libro era una historia de amor.

Pero qué fea historia de amor, carajo.

Mi amiga (en la interpretación Billy Crystal de When Harry met Sally) me dijo que a ella no le había gustado la novela porque el tipo no hacía lo que tenía que hacer, que esperaba y esperaba y no hacía cosas. Y mirándome fijo con sus hermosos ojos almendrados, me dijo la famosa frase.

Buen punto.

Tan bueno, que lo adopté para mi vida personal de allí en adelante.

Una vez leí una frase atribuida a Sarmiento que afirmaba algo parecido, y que es criticada por la gente de bien que cree en el mundo ordenado como debe ser: Las cosas hay que hacerlas, bien o mal, pero hay que hacerlas.

Creo que no hay sensación peor que la de constatar en la realidad lo que pudo haber sido pero no fue.

En realidad sí, la hay: es descubrir que ese presente que no es porque en su momento no fue determinada cosa, en realidad no lo es por algo que yo o vos dejamos de hacer por propia voluntad.

Entonces adelante, las flores se disfrutan mucho más cuando todavía tienen gotas de rocío encima, no cortadas en el florero.

García Márquez, you suck, no sos un buen ejemplo para la juventud. Y esa guayabera, mi madre...

¡Ah! La peli me gustó mucho: Javier Bardem es un genio (puede poner gesto de gil eterno con esa cara de HDP que tiene desde que nació) y el freezer de mi casa tiene más pasión que la tana Mezzogiorno. Pero me gustó. Sobre todo como un ejemplo de lo que no hay que hacer.

Nunca te arrepientas de lo que no hiciste.

Sí, me gusta, ¿y qué?





En el blog de Lau un montón de gente postea sobre sus covers favoritos.

Este es uno de los míos, y lo digo sin vergüenza, aunque hace unos años habría abjurado de este tipo de cosas, sindudamente...

Por supuesto que la banda de apoyo influye (son una aplanadora), y más allá de las poses sexy y de la demagogia de ir hacia la platea a hacer cantar a la estresha, cuando vi a esta mina por la tele (en vivo en ese momento) cantar esta canción quedé pasmado.

Enjoy.

viernes, 18 de enero de 2008

I am globalizated...

Cuando abrí este blog, tuve que crear una cuenta de correo, y lo hice en yahoo. Es la dirección que figura por ahí en mi perfil. Por si alguno de los que lee esto no lo sabe, uno de los requisitos para la apertura de una cuenta de correo en ese sitio es poner de dónde es uno. Yo siempre pongo algún lugar indefinido de Estados Unidos, y pongo un par de códigos postales que recuerdo por otras razones.

Sin embargo, la tecnología puede reconocer de dónde le viene la petición por los famosos numeritos que indican mi lugar en el mundo. Calculo que ese yeite está disponible para yahoo desde hace unos cuantos años. Por lo cual estoy casi seguro que saben que vivo aquí por las pampas...

Anyway, afortunadamente las compus no piensan y ya por decreto me vieron cara de latinazo bigotudo, lo que ha motivado que me hayan zampado sin preguntar una especie de sitio "conjunto" yahoo/telemundo antes de entrar a mi cuenta y cuando salgo de ella. Qué lindo. El tipo escribe en castellano, da un código postal cualquiera, sabemos que es argentinito... y le mandamos noticias en el home como las siguientes:

La presentadora Candela Ferro quiere saber qué cosas hacen sentir bellos a mujeres y hombres (¿y a esta quién la juna?)

Mónica Noguera: "No a la sal" ("sí a la salsa de soja", wot?)

Supermamaza mexicana: Conozca a Samantha, una mujer que lo dejará sin aliento (¿hace submarino seco?)

Una Miss Universo histórica: Gladys Zender fue la primera latina en ganar este concurso. También es la madre de un famoso actor. ¡Descubre de quién! (no, no pude descubrir de quién, sólo vi una peruana con sobrepeso que en 1957 fue coronada).

Me siguen causando gracias los gorditos gerentes de marketing de no más de 28 años que sentados en una cómoda oficina con aire acondicionado cerca de Oakland o algún lugar de California o el estado de Washington deciden (quizás con no tan mala puntería general) que todos los gronchos subdesarrollados somos lo mismo y consumimos más o menos lo mismo, ¿no?

Entonces, cada día que abro el correo me encuentro con una pila de noticias que me fascinan, de gente que no tengo idea quién es pero que aparentemente es re-famosa, y yo debería estar al tanto de ello, tengo el biotipo, soy morochito y subdesarrollado, pero lástima... donde vivo no comemos pavos en noviembre ni suele nevar (bueno, hasta hace poco era así).

Qué razón tienen algunos.

Todavía.

La Argentinidad al Pedo

Están todos indignados.

Se vinieron los peronchos, los negros, los corruptos, los controladores de precios, los matones Fernández, la Cris con sus Birkin Bags de 6 lucas euro y todo eso. Y ellos/ellas están indignados/as.

Están enajenados, la gente honesta, comentan en foros de diarios, en la calle, en los cafés, en algunos blogs, la gente decente que respeta la ley (pero coimea al cana), que no quiere que les destruyan la familia (pero engañan al cónyuge), que paga sus impuestos (pero falsea sus declaraciones de ganancias o subvalúan una propiedad).

Los negros volvieron, cortan las calles. Un barbudo desaforado sale a refrescarles qué era eso del derecho de peticionar o manifestar y lo defenestran. No así a los clases medias que cacerolean porque les cortan la energía. No, ésos son gente como uno.

Los descastados de un modelo económico que lleva décadas se están por caer del mapa y se aferran con su alma de un laburito en el gobierno de la ciudad. Todos vagos, todos negros, todos putos. Los que no son ñoquis caen la bolsa de los que sí lo son: para ellos es todo así, negro o blanco, privatización o estado, blanco o negro, como en la época del tío Bernardo que proponía a Avelino Porto para salvar a la patria. Los que se cayeron, se cayeron. "Pobres habrá siempre", decía el innombrable, a quien muchos extrañan (en realidad extrañan el aeropuerto de Punta Cana).

Un ingeniero bigotudo y pusilánime como el protagonista de "Gracias por el fuego", crecido a la sombra de un padre castigador, saca pecho y se rodea de personajes mefistofélicos que asustarían a los peores corruptos de décadas pasadas. La gente indignada le da cátedra de Derecho a jueces (que fueron a la universidad) y esgrimen que los votos valen más que la letra escrita. No pensaban lo mismo sobre los votos cuando se secuestraba, violaba, torturaba y asesinaba gente en otras épocas.

El Groncho los describe mucho mejor que yo, sociológica y hasta entomológicamente, pero a mí me indignan igual.

Estoy tan indignado como ellos.

¿Soy tan indignado como ellos?




jueves, 10 de enero de 2008

The rhythm of the heat


La estación ayuda, OK.

Dicen que la mayoría de los nacimientos se produce en primavera porque sucede más o menos unos 9 meses después del verano, cuando las pieles están más expuestas. Si somos benignos, deberíamos pensar que entonces el deseo crece.

Yo detesto el calor. Me pone de mal humor en general, pero siempre me resultó admirable el estoicismo de los locales en algunas playas de Brasil y otros lugares de altas temperaturas.
Es como que transpiran con ganas, sin culpa, dejando salir algo más que un líquido con sales de sus cuerpos ya naturalmente lustrosos.

Posiblemente ese fluido sea el jugo del deseo, la materialización líquida, el preámbulo, la banda soporte, el apéritif (otro más, porque ya hay otros) de fluidos más concretos, más tangibles.

A alguna gente las pieles transpiradas les causa rechazo (a mí a veces también), pero a mí me resultan, en determinados momentos, altamente estimulantes. Me gusta sentirme “incómodo”, pasar esa raya casi invisible que separa el malestar típicamente burgués del puro disfrute con mente en blanco, donde soy sólo poros intercambiando sustancias.

Sólo dos cuerpos frotándose, sólo dos pieles patinando una sobre otra, ese siseo de carne lubricada que avanza sobre mí, sobre vos, sobre los dos, rítmicamente, adelante-atrás, arriba-abajo, más rápido-más lento.

El calor está bueno.

Quiero más calor. Deseo más calor.

Deseo más.

Deseo.

jueves, 3 de enero de 2008

Vidas privadas (de privacidad)

La que atiende en la ventanilla del Correo Argentino, esa con aspecto de irlandesa rubicunda, pelo negrísimo y ojos celestísimos.

El que atiende en la ventanilla de al lado, morochazo argentino bigotón, estereotipo del macho proveedor, gauchazo y rendidor.

La cuarentona que está delante de mí en la fila, rubia teñida que (calculo), con esa cola debe haber hecho desastres hace no más de un lustro. Quizás los sigue haciendo ahora.

El gerente de recursos humanos de una empresa industrial que está en la zona Norte del Gran Buenos Aires, pese a su raigambre ultracatólica.

Un funcionario o funcionaria pública, argentino/a o extranjero/a con cara de pirata o sin ella.

Uno que cosecha soja cerca de Rosario, y gusta de la cumbia romántica de Santa Fe.

La minita que me trajo hace un rato los profiteroles a la mesa, con mp3 incrustado en el cerebro (milagro cómo entendió mi pedido).

Vos, cuando querés o podés.

Yo, ídem.

Casi todos los demás habitantes de esta ciudad y este país y este continente y este mundo.

Todos estos de acá arriba tienen, tenemos, algo en común: cuando nadie mira, o suponemos que nadie mira, usualmente de a dos pero quizás también en grupo, tienen, tenemos, sexo en momentos y lugares standard o no tanto.



Todos lo hacemos y la vida sigue. Que no sería la Vida si no hiciéramos eso que hacemos.

Cada tanto, algún personaje más o menos exitoso, o al menos conocido, tiene que salir a decir culpógenamente que sí, que en algún momento consumió recreativamente sustancias no tan legales.

¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?

Me pregunto por qué la vida privada de cada uno a veces es más privada y a veces es menos. Por qué no tengo que dar cuenta de caricias y mordiscones dados y recibidos y sí sobre otras cosas que hago con mi cuerpo que es mío, mío, mío.

Díganme cuándo y en qué circunstancias alguien firmó la escritura de mi osamenta adornada con carne, y yo no me enteré.