domingo, 21 de febrero de 2010

Cool summer afternoon

Después de derretirnos en el infierno que seguramente teníamos merecido los porteños durante el mes de febrero, hoy es domingo a la tarde, está nublado, no hace calor, y ya veo a los monos acercándose al estadio de River Plate desde mi balcón.

Es una agradable y casi (casi) melancólica tarde de domingo en la ciudad.

El tipo del clip se llama Duncan Sheik y todavía saca álbumes, melancólicos y medio aputazados como (se sabe) me gustan a mí. Duncan parece inglés pero en realidad es un chico sureño bien criado que pasó su etapa formativa en New Jersey, un lugar que no se caracteriza, quizás, por la abundancia de paisajes bucólicos (quizás la zona donde hay una universidad algo conocida, por ahí sí, quizás fue a Rutgers). Esta canción es "vieja", es la que abre su primer álbum homónimo, de aproximadamente 1996. Yo estaba en USA de viaje en ese momento y lo cacé de casualidad.

Mr. Sheik es fino, sutil, en esa época era un carilindo mal, y cantaba estas cancioncitas sensibles para chicas ídem. Inclusive en el clip el personaje femenino tiene el look que luego se hizo casi standard para lo modernoso: chica no tan pulposa pelo cortito, ligeramente andrógina, ligeramente distante. El tono general de los discos de Sheik es delicadamente apesadumbrado pero elegante, muy creativo en la melodía, una voz nada del otro mundo pero atractiva, y arreglos finos pero hasta ahí. Un tipo que maneja el understatement.

El productor de este disco es Rupert Hine, y creo que de nerd nomás fue lo que me hizo comprar el CD en una oscura tienda de discos del Midwest americano. Ver en los créditos al mismo tipo que produjo a gente tan disímil y talentosa como Anthony Phillips, Camel, Tina Turner en su regreso con gloria, The Power Station y Howard Jones, me decidió a comprarlo.

La particularidad de este clip (que es el original) es que está invertido, quizás por temas de copyright para que no se lo bajen al que lo posteó. Duncan Sheik no es zurdo ni los créditos del clip están escritos en arameo mezclado con gaélico, no, no, no.

Lo que me gusta de Duncan Sheik es su gusto por los detalles: la guitarrita solista saltarina que está todo el tiempo detrás de la línea vocal melódica, y el puente de la canción que entra a aproximadamente los 2:40 del clip me parecen mu bellos.

Anyway, a mí también me gustan los detalles. Es más, y esto es tema para otro post, los detalles a mí me matan, esas cosas que no sirven para nada y de las cuales tengo llena la cabeza, pueden llegar a causar algún tipo de conmoción en mí y en (eventualmente) otras personas. Cuando eso sucede, chocan los planetas y, por supuesto, la vida es inmensamente más disfrutable. ¿Verdat?

Enjoy.

lunes, 15 de febrero de 2010

Chupate esa mandarina

Hablando del eclecticismo de David Byrne...

... lindo momento el de esos fans que en el video se miraban entre ellos como preguntándose "¿Podemos bailar esto?"

Enjoy.

domingo, 14 de febrero de 2010

Visceral

Lo que se puede lograr mezclando 4 nerds blanquitos con un montón de negros afinadísimos.

He visto pocas cosas que destilen más energía que esto.

Tomado de la película "Stop making sense" de Jonathan Demme, comienzos de los '80.

Enjoy.

viernes, 12 de febrero de 2010

El horror


Es un procedimiento MUY sencillo.
Vas a la página argentina de Google, esa toda blanquita que activa los links cuando paseás el mouse por encima.
Te ubicás en la ventanita donde tipeás para las búsquedas.
Una vez vas allí vas y tipeás sólo (solamente, nada más), esto:
r
O sea, la letra "r". Nada más ni nada menos (nada menos sería imposible, ¿no?).
Fijate cuál es la primera opción que te tira el buscador.
En la ilustración salió bastante parecido, ¿no?
We're in the oven.

lunes, 8 de febrero de 2010

Refreshin' the essentials


Dormir (después) en una unmade bed sigue teniendo su encanto.

Sí.

viernes, 5 de febrero de 2010

SI, claro


Todo transcurría normalmente en el canal de noticias. La cosa pasaba en algún lugar del Congreso de la Nación,

Un móvil en vivo, un vicepresidente pusilánime, un legislador ídem y otro nabo afín decidiendo qué hacer acerca de un golden boy en decadencia. Nada importante, por supuesto.

Lo que realmente importaba pasaba en el móvil. Y en el canal por supuesto, donde una talking head "rubia" y ligeramente entrada en carnes, con peinadito melenita más bien ridículo, dialogaba con una movilera ubicada estratégicamente en el lugar de los hechos.

Melenita quería hacer gala de sus conocimientos sobre el tema elaborando y elaborando y elaborando sobre lo que trabajosamente la movilera enviaba en vivo y en directo desde el bolonqui propiamente dicho.

Se notaba que el clima en el Congreso no era de lo más calmo. La puerta que se intuía detrás de la movilera se abría, se cerraba, se abría, se cerraba, intensidad de momentos de decisión. La movilera quizás era algo mayor que Melenita, pero tenía algunas diferencias: era morocha, pelo más bien largo, y vestida con un vestidito/remerita que le dejaba los hombros y algo más al descubierto. Era más bonita y simpática que Melenita. Se notaba que no la tenía fácil, sin embargo: cada tanto se corría ligeramente hacia la izquierda, o hacia la derecha y hacia allí la seguía, segundos más tarde, el camarógrafo, para que la imagen dual, mitad de pantalla para la movilera, mitad para Melenita, no sufriera ningún tipo de des-balance. Lindo, che. Toda una poética de la estética visual la transmisión.

Melenita acotaba, movilera respondía, daba updates de la cosa, presuntas posiciones políticas de los tres involucrados, conjeturas sobre definiciones, quizás declaraciones, era tan intenso el vértigo en el móvil como la quietud en los estudios. Melenita, impertérrita, mostraba sus bíceps de gimnasio a los que no les hubiese venido mal algunos centímetros menos de diámetro.

Mientras tanto, la movilera estoicamente aguantaba los embates de Melenita, le aclaraba, le apostrofaba, le reiteraba, le confirmaba hasta que en un momento se le iluminó la mirada cuando alguien de detrás de la puerta misteriosa le acercó a la horda de movileros una hoja escrita, escueta, típico comunicado de prensa de funcionarios o legisladores que no quieren hablar porque les embola: presta y resuelta, con oficio, la movilera se hizo de uno de los ejemplares y sin decir agua va lo leyó de un tirón frente a cámara, casi sin tropezarse y con un ligero acento provinciano.

Ya está, debe haberse dicho para sus adentros. Con este informe, más el comunicado oficial del trío pelota, en media hora estoy en mi casa clavándome una birra o fumándome un fasito.

Nones.

Melenita, impertérrita, luego de escuchar la lectura casi impecable del comunicado, procedió a inquirir por más detalles acerca del resultado de tal negociación, reunión, cónclave, camarilla o como se llamara a ese rejunte de inútiles. La movilera, luchando con un audífono rebelde que no se quedaba encajado en su oreja izquierda, le aclaraba, le reiteraba, le apostrofaba, etc., y ante cada nueva intervención de melenita, asentía con cara de paciencia equivalentes a un "Sí, claro, y sí, más bien, boluda, no se desprende de lo que te dije o las orejas las tenés para cuando les toque volar a los chanchos como vos?"

La movliera seguía peleando una lucha desigual (y perdedora) con el audífono, al tiempo que seguía reiterando lo i-reiterable: lo que había dicho apenas segundos atrás. Pero aparentemente Melenita no se daba por aludida. Melenita seguía repreguntando, inclusive, para que no queden dudas y para no generar baches (¿para estirar, quizás?), terminando sus oraciones con el nombre de pila de la movilera, de modo de darle el pie para que siga elaborando, bla, bla...

Así transcurrieron un par de peloteos más hasta que la movilera le redondeó la idea, sugirió que ya estaba todo OK... y en ese momento ocurrió lo inevitable. Melenita volvió a la carga y en la pantalla se vio el gesto inconfundible de la movilera: echó casi imperceptiblemente los hombros hacia delante, como rindiéndose, abrió apenas un poco más los ojos, como quien se desinfla ante un embate más, como que es demasiado para soportar, como diciendo "que pretende Ud. de mí", parafraseando a la Coca Sarli.

Dado que el laburo es el laburo, la movilera contestó por última vez a la (supuestamente) última requisitoria con una expresión de fastidio notoria y con signos visibles de su malestar: la sección de su cuello y comienzo del tórax ya mostraba un ligero brillo, producto del calor que debía hacer por ahí. Cada 5 segundos, la movilera adicionalmente arreglaba con su mano derecha (la otra sostenía el micrófono) el jopo/flequillo que caía sobre su frente. Ya había admitido su derrota ante el audífono rebelde, y probablemente estaba contenta porque podía hacerse la estúpida ante otra pregunta más de Melenita, quien en un momento casi pierde su compostura cuando la movilera le dijo: "Disculpame, no te escuché, ¿me podés repetir?".

Finalmente, la nota terminó en algún lugar intermedio entre la información y la lucha de egos. Nadie, y por supuesto yo tampoco, sabía muy bien qué había pensado Cobos o Prat Gay o el otro nabo que estaba allí: lo que sí fue interesante es verificar que quizás Melenita tenía algo con la movilera, y quizás se lo estaba haciendo saber.

Lo que es real, lo que es concreto, luego de este episodio, es que la realidad en realidad no importa. Lo que importa son las formas.

¿O no?

Me engañaste, nena

Cuando era chico, en un momento la máquina marketinera del showbiz nos asestó, al mundo y a los indios con plumita de estos lares, a una niña prodigio, Nikka Costa.

Cantaba una canción insoportablemente melosa, y no ayudaba la voz de pito que era natural en una pequeña que con suerte estaba en la mitad de la escuela primaria.

Ahora la nena es esto, o algo así:


Pero como se trata de una cantante, la imagen es lo de menos, aunque es toda una declaración ideológica que la chica, casi pisando los 40 años en estos días, insista obcecadamente en no hacerse las tetas, y además, mostrarlas. Encima, le queda bien.

Nikka Costa es sangre real musical: su padre Don fue arreglador y compositor para Frank Sinatra y se nota que nunca pasó necesidades. Sin embargo, a juzgar por algunas imágenes que hay por ahí y por su persona escénica, parece que su vida no debe haber sido tan suave y fluida. Durante mucho tiempo vivió en Europa y se ganó la vida dignamente allí, como hizo y hace en otro género musical muy distinto la talentosísima Dee Dee Bridgewater.

Hace poco sacó una joya de CD llamada Pebble To A Pearl, pero lamentablemente en youtube no hay muchas performances en vivo de buena calidad de ese último trabajo.

La canción del clip de abajo se llama Fooled Ya Baby y es de su anterior trabajo, Can'tneverdidnothin'. El CD inmediato anterior es de 2001 se llama Everybody Got Their Something y ha merecido comparaciones con Prince, Lenny Kravitz, Chaka Khan y otras leyendas. Nikka Costa no necesita luminarias en sus discos, pero también participan, por lo cual cualquiera de estos 3 CDs es para darle una escuchada sin más trámite.

Lo que (me) llama la atención es la falta de pose de esta chica, parece realmente que está sintiendo lo que canta, además de tener un fraseo diabólico y una afinación que pocos pueden igualar.


Edit de último momento: En el CD original la canción del clip está en versión eléctrica y básicamente te despeina. Pude encontrar una versión de la misma canción con banda completa y es notoriamente mejor, más emocionante, con un despliegue instrumental más copado y la performance vocal más extrema.

Ver aquí





Enjoy (esta es la versión acústica, mucho más cool).

martes, 2 de febrero de 2010

Gran Error

Andy Chase es el líder de Ivy, una excelente banda neoyorquina terriblemente cool y medio putona, como me gustan a mí.

Brookville es un side project, que suena todavía más afectado. Tiene una onda Tahiti 80, que son franceses y también muy afectados. Algunos de los miembros de la banda participan en el CD donde está esta canción, Broken Lights, editado en 2009.

Si no fuera por Tahiti 80, quizás este blog no existía, al menos as we know it.

Se viene la shuvia en B.A., y esta canción aplica, aunque no llueva en el clip.

Enjoy.