sábado, 30 de octubre de 2010

martes, 26 de octubre de 2010

Artículos de primera necesidad



Tarde soleada escuchándome mis pasos en ese tramo de Av. Libertador entre el 1000 y el 2000 donde la gente realmente sabe vivir.

Todo era tan lindo, el sol casi como que me daba en la cara pero de a ratos, el viento venía del Sur, ligeramente fresco, y el olor a verde de los parques de enfrente casi como que me hacía olvidar de los autos que pasaban a más de 70kph por allí.

Mientras avanzaba mirando las mesitas de un bar en una esquina, una Trafic se detiene súbitamente frente a una casa de esas de puertas de roble macizo, laca, herrajes de bronce lustrados laboriosamente por mano de obra usualmente sub-remunerada. Imponente. Acostumbrado a ver las camionetas de las cadenas de supermercados blancas y prístinas sin identificación para que no se las afanen los carenciados, asumí que sí, que los ricos también compran dulce de leche, o filtros para café, o desodorante Axe. Un morocho como yo pero bastante más joven y bastante más gordo, pelo crestita gelificado y un par de tatuajes en los brazos baja de la Trafic, se acerca presuroso a la puerta y toca el único timbre de una propiedad de dos plantas cuyas ventanas ostentaban cortinas de un valor que alcanzaría para alfombrar y pintar todo mi departamento.

Evidentemente el flaco ahora va a bajar los cajones blancos numerados 457, 34, 99, 126 y 77, Shésica...

Justo delante de mí, mientras yo pasaba, se produce el siguiente diálogo:


- ¿Sí?
- ¿Familia Quintana?
- Si, ¿qué desea?
- Vengo a entregarle dos esculturas...
- Ok, ya le abren.



I couldn't be more wrong...

Eso es nivel, cacho. Lo demás, pura postura.




-

domingo, 24 de octubre de 2010

Private gone public




El tipo estaba frente a mí en el tren, cada uno recostado sobre esos apoyaculos que tiene el ex FC Mitre en la línea que va a Tigre. Era verano, hacía calor, pero había aire acondicionado. Tenía algo más de 50 años y se notaba que era un tipo pulcro, pelo canoso medio largo tipo Checho Batista tirado hacia atrás, una remera polo de pique que era evidente se había puesto limpia esa mañana, estaba muy bien planchada. Los bermudas eran tipo cargo, llenos de bolsillos, y también lucían recién sacados del estante. Piernas peludas, sandalias franciscanas (y sí, nadie es perfecto), con los straps en su parte interna recubiertos de ese tejido sintético medio acolchado que suelen tener las mochilas para que no te dañen la piel. Odio las sandalias, me parecen sucias, nunca puedo ponerme ningún calzado sin medias, y obviamente las sandalias con medias son cosa de yanqui en vacaciones en Orlando.

La cuestión es que el viaje transcurría, el tipo lucía bañadito, todos (ok, casi todos) allí lucíamos más o menos igual, y la vida nos sonreía a todos, yendo mansitos hacia el centro, al gran quilombo. Pero nada dura para siempre: en un momento el tipo abre prolijamente su morral (al tono también, ese verdoso medio caqui que dominaba toda su ropa salvo sus sandalias marrones), y saca... un alicate.

Acto seguido, procede a cortarse las uñas, cuidadosamente y en orden riguroso de dedo, comenzando por la izquierda, la menos hábil y finalizando con la derecha. Clic, clic, clic, eran más o menos tres por dedo, uno al costado, uno al medio, otro al otro costado. Por ahí algún refilado en uña rebelde.

Puaj.

Yo pensé que en cualquier momento sacaba la crema anti-paspado y se la pasaba por la entrepierna, pero el tipo tenía aspecto deportivo, delgado y quizás no tenía esos problemas que tienen los gorditos. Yo miré alrededor a ver si encontraba alguna mirada de reprobación pero nada, todo el mundo sumido en contemplar los parques que pasaban displiscentes por las ventanillas.

A los pocos días, en el bondi, sentada a mi lado había una chica de no más de 25 años. No era exactamente hermosa, pero bien podría haber hecho una campaña de ropa cool y fashion donde se requieren modelos que tengan cara de insatisfacción existencial y algún mechón que el peluquero no pudo o no quiso dominar. La flaca estaba con su kit de make up en mano, el puff o como se llame cada tanto hacía un viaje por la pastillita. Eran como las 12 del mediodía y el bondi iba razonablemente lleno. Mejilla uno, mejilla dos, listo. Luego de guardar aparatosamente el accesorio, arremetió con un ojo, después el otro: ahora se metió con el eyeliner... y ni se inmutaba. Yo me la imaginaba desnuda acomodándose las tetitas bajo el camisoncito corto antes de irse a dormir, no por baboso (no por baboso, obviamente), sino porque este acto, al igual que el del morocho me parecían y me parecen totalmente fuera de lugar en un ámbito público.

Siempre me pareció inadecuado y hasta vergonzante el espejito que solía incluirse en la visera anti sol de los autos, en el lugar del acompañante. Los tiempos han cambiado y desde hace mucho también están en el del conductor, pero obviamente este sólo puede (o debería) ser usado antes o después del acto de manejar por la calle.

Esta gente estaba haciendo lo mismo, el tipo y la pendeja, que obviamente no necesitaba ningún maquillaje porque la frescura le brotaba de los poros.

Estaban haciendo chanchadas delante de mí.

Y yo las chanchadas las hago solito (a lo sumo acompañado) en mi casa.

lunes, 18 de octubre de 2010

Friendly Fire III

Seguimos con las brillantes ideas que ponen frente a nosotros los creativos publicitarios argentinos, esta vez no atribuibles a sus propias desproporciones o sustancias controladas que consumen al momento de concebir los mensaje brillantes que sus clientes compran.

Una empresa que se dedica a fabricar gaseosas, que no es la líder del mercado "premium", tiene un pomelo "adulto", no dulce, que es la ventaja diferencial y el núcleo del mensaje que ostentan. Habían hecho una campaña hace un tiempo que se llamaba "cortá con tanta dulzura", que con humor y mucha observación había tenido mensajes muy claros acerca de qué querían que su público entienda.

Ahora tienen un sitio en internet donde las "parejas" de seres humanos pueden escribir qué es lo que no soportan de su significant other. Interesante. Después hacen una campaña de vía pública, entre otras cosas. No pude obtener ninguna imagen de esos afiches, pero ahí va uno de los grandes mensajes que, reitero, no tienen que ver con el "creativo" sino con cierto patetismo de unos cuantos de mis congéneres.

Ella: "No me banco que me pregunte '¿cómo estuve?' y que no se banque mi respuesta".


Algo así, estoy citando por lo que recuerdo pero ése era el concepto, palabras más, palabras menos.

Yo pregunto: ¿a quién se le ocurre preguntar "¿cómo estuve?". Dejemos de lado el hecho de que por ahí debimos habernos dado cuenta, pero aun si no es así, ¿en qué papel quedamos? ¿Necesitamos que nos rankeen?
¿Que nos brifeen por mail? ¿Que nos califiquen en Féisbuc "a Shanina le gusta... etc."

Hombres eran los de antes.

Para atajarme ante quizás alguna fémina indignada que nos trata de insensibles: en mi opinión la pregunta no debería hacerse jamás, ni siquiera conceptualmente. Quizás el formato aceptable sería "¿te sentís bien?" pero eso suena demasiado a un chequeo de estado ante una posible hipotermia o algo por el estilo, por eso es mucho mejor acciones y no palabras, ¿verdat?

jueves, 14 de octubre de 2010

Friendly fire II



A ver, a ver, tanto que le pegan al marketing, y nos ha dado una alegría inconmensurable en estas últimas horas...

¿De qué otro modo se explica que una política de controles laxos y descuidados, una economía que se fija más en los resultados que en las personas, un régimen que cree a pie juntillas que "la inversión" es un bien supremo en sí mismo y que el "derrame" nos hará bien a todos, una camada de políticos de todos los signos que piensan que en realidad el medio ambiente y esas minucias no se comparan a estar dentro del Primer Mundo, etc., etc... digo, reitero, pregunto ¿cómo se explica que un fracaso como es haber tenido que rescatar de emergencia a 33 tipos a causa de estos errores anteriores se muestre ante el mundo como un éxito y un ejemplo a seguir?

Eso. Explíquenme que escucho. Leo, actually.

sábado, 9 de octubre de 2010

Imbéciles



Cuando estaba en primer año del Colegio, el primer cuento de literatura latinoamericana que leí fue "Día Domingo", que estaba en un libro pequeñito, con tapas como granuladas, llamado "Los Jefes". Mi profesor de Casteyano (no Casteshano), el Vasco Ilundain, que todavía sigue dando clases allí, nos lo hizo analizar y de paso me leí el resto de libro, que era compactito y fluido de leer. Me fascinó que alguien contara la historia de un pibe al que le cortan el pito así como así, etc. Y las tribulaciones de un adolescente con problemas, también. El autor era un tipo peruano, qué loco, yo ni idea de quién era Mario Vargas Llosa.

Yo hasta ese momento no había leído nada del llamado "boom latinoamericano" de los '60's, y quizás no habría entendido nada si lo hubiese hecho. Mi literatura pasaba (hasta ese momento) por los libros amarillos de la colección Robin Hood y algunas cosas de Stevenson y Wilde que mi viejo me hizo leer adrede para ir conformando algo parecido a un gusto literario. Tampoco es que era un intelectual, yo tampoco lo soy, pero leer me divierte.

Y Vargas Llosa me divertía. Y mucho. En épocas de la dictadura leer algo como "Pantaleón y las visitadoras" era prácticamente subversivo: la burla salvaje hacia la institución militar tan bien escrita me hacía sentir todo un revolucionario, pero antes ya había pasado por "La ciudad y los perros", que para mí fue todo un viaje. "Cuatro, dijo el Jaguar", es una de las pocas primeras frases de un libro que aun hoy recuerdo.

Vargas Llosa, más allá de sus ideas políticas (en esa época ya estaba dejando de ser zurdito), era y es un gran narrador, el tipo que te tenía agarrado de los ojos hasta terminar el libro o hasta avanzar como mínimo el doble de páginas que te habías propuesto leer.

Es verdad que últimamente parece un poco reblandecido y repetitivo: la novela de la miña mala, su último trabajo de ficción, es un tanto aburrida y hasta parece muy referencial de un libro del español Javier Marías, con un protagonista que se dedica a lo mismo, e historias con varias mujeres. Demasiado parecido.

No obstante lo dicho, antes de esta última novela siempre me fascinó encontrar algo de Vargas Llosa y disfrutarlo, como La Guerra del Fin del Mundo o La Fiesta del Chivo, el primer libro que me leí de la pantalla de una computadora sin imprimir, tan enganchado que estaba. O Conversación en la Catedral, libro que tuve que releer varias veces luego de mi adolescencia para ir encontrándole cada vez más atractivos.

Como consecuencia de lo anterior, me causa mucha risa ver a toda la progresía nacional prominente y a mucha gente de todo este ámbito blogger underground que lo ha ninguneado sin que le merezca un maldito comentario, presuntamente por su ideología política. Resulta claro que es difícil objetar a Vargas Llosa por sus méritos literarios, por lo cual pienso que la mano viene por ahí, que unos/as cuantos/as petisos/as mentales miran para otro lado y siguen viviendo en una nube de pedos.

Si fuera por esos imbéciles, el panteón no debería incluir a gente como Borges o Gide.

Y lo que nos estaríamos perdiendo, ¿no?

miércoles, 6 de octubre de 2010

Another piano man



Este tipo de arriba se llama Ben Folds, y anda en la ruta hace unos cuantos años. Típico cantante/autor cuyas armas más ostensibles son su piano y una energía especial. A veces se lo compara erróneamente con Elton John, pero calculo que será por la pelada incipiente y esos anteojos que no se saca nunca. Ben tiene más influencia de otro grande del piano, Joe Jackson, y de algunas bandas post punk (sí, posiblemente XTC), por la energía visceral al servicio de una buena canción. El viejo Randy Newman y Billy Joel también pueden nombrarse como inspiración.

La canción siguiente está en su segundo disco, "Whatever and Ever Amen" (1995), que es con el que se hizo famoso en USA, principalmente y al comienzo en ámbitos universitarios. Su obstinación en no usar guitarras y aun así sonar fuerte puede verse en esta canción, que mi hijo mayor recuerda con cariño, al igual que el disco entero, como algo que se la pasaba escuchando cuando era muy chico. Además del clima salvaje y lo ingenioso del video, el bajo con fuzz era una marca registrada del trío, que se llamaba, paradójicamente, Ben Folds Five.



Folds también tenía y tiene una fuerte influencia beatle, sobre todo en los climas melancólicos y delicadamente melódicos. Su "hit" mayor en USA (también en "Whatever and Ever Amen") se llama "Brick" y es la triste historia de los momentos en que una joven pareja decide interrumpir un embarazo. También con climas sombríos el tipo logra conmover, como se escucha en esta canción, de su CD ya en plan solista, "Songs for Silverman" (2005).



Más cerca en el tiempo, en 2010, y luego de un proyecto medio loco que implicó la grabación de canciones de toda su carrera por coros universitarios a capella, aparentemente una tradición allá en USA, recientemente hizo un trabajo en colaboración con Nick Hornby, el autor de novelas como "High Fidelity" y "About a boy", y muy relacionado con la música por su libro/canon "31 songs", de hace unos años. Hornby en el video de abajo aparece dando unas estadísticas curiosas, siempre con su mirada displiscente sobre la vida en general. Acompañan a Folds en esta canción un dúo que no conocía llamado Pomplamoose. El CD que salió recientemente a la venta se llama "Lonely Avenue" y tiene letras de Hornby musicalizadas por Folds.



Si se quiere investigar algo más en este camino, el baterista original de los Ben Folds Five, Darren Jessee, tiene un grupo llamado Hotel Lights que tiene una onda muy parecida a la de su ex agrupación, y es el clásico baterista "sensible" al estilo Dave Grohl, que no sólo puede aporrear los tambores sin piedad sino componer una bella y triste canción.

Ok, el post es largo, son tres videos, pero valen la pena para esta primavera incipiente.

Enjoy.

lunes, 4 de octubre de 2010

Algunas cosas claras

Yo hasta ahora no tenía idea de quién era Eric Hoffer.

Lucía más o menos así:



Buscando algún material sobre el disenso, encontré esta cita, que asumo como no apócrifa.

Una minoría disidente se siente libre sólo cuando puede imponer su voluntad a la mayoría: lo que más abomina es el disenso de la mayoría.

Hurgando (y sí, la fácil es la fácil) en la wiki, que dista de ser un medio confiable pero por lo menos sirve como disparador para una búsqueda seria, se menciona algunos conceptos vertidos por Hoffer en un libro (que ya estoy buscando) llamado "El verdadero creyente: pensamientos sobre la naturaleza de los movimientos de masas".

Esto es lo que se lee allí, en la wiki:


Hoffer fue uno de los primeros en reconocer la importancia central de la autoestima para el bienestar psicológico. Hoffer se centró en las consecuencias de la falta de autoestima. Preocupado por el auge de los gobiernos totalitarios, especialmente los de Adolf Hitler y Joseph Stalin, trató de encontrar las raíces de estos "manicomios" en la psicología humana. Postuló que el fanatismo y el sentimiento de superioridad (difícil traducir "self-righteousness", lo admito) se basan en el odio a si mísmo, la duda sobre sí y la inseguridad. Como se describe en "The True Believer", creía que una obsesión apasionada con el mundo exterior o con la vida privada de otras personas no es más que un intento cobarde para compensar la falta de sentido de la propia vida.


Posiblemente los radical chic lo desprecien, aparentemente así era el caso, obviamente los del otro lado lo atacaban por zurdito, y honestamente a esta altura no sé si está bien o está mal que me parezca interesante lo que escribía (vivió durante casi todo el siglo XX). El tipo quizás era fan de Los Angeles Lakers y aun así valía la pena, ¿quién lo sabe? Bueno, de hecho vivió casi toda su vida en San Francisco, por lo cual quizá su equipo eran los Golden State Warriors. No es una mala elección. También gustaba de trabajar con sus manos, lo hizo durante mucho tiempo, y no calificaba ni como freudiano ni como ninguna de las corrientes en boga de le época. Difícil de encasillar, el muy estúpido.

Voy en busca, entonces, de "The True Believer". A más de uno/una, todos incluidos, por supuesto, le va a venir bien darle una mirada.

Hoy no hay canción, pero estoy escuchando el último de los Doobies, "World Gone Crazy", y la rompe.