miércoles, 29 de septiembre de 2010

Middle of the Road




Hay una revista satírica nueva en el mercado, se llama Madriz, que se está haciendo conocida en estos días. No la leí. Es teóricamente una juguetona respuesta a Barcelona, la otra revista satírica que queda en el país. No tenemos más Ediciones de la Urraca ni hijos de satiricones dispersos que todavían apunten al centro, entonces es lo que hay...

En los afiches de lanzamiento de Madriz, sugieren que si no te gusta, que vayas y leas el "humor oficialista" de la otra revista.

Ja. Qué gracioso. Barcelona, se sabe, es especialmente cruel con algunos personajes de la llamada oposición política de este país. En realidad, en mi opinión, son un blanco fácil, pero se necesita algo de ingenio para reírse de ellos y no ponerse a llorar o rasgarse las vestiduras como uno, un ciudadano común.

Sin embargo, esa afirmación de la nueva publicación es como mínimo desacertada. Barcelona también le pega fulero a algunos figurones del oficialismo, pese a la presencia (ocasional) de Pablo Marchetti, su director, en el panel de notables de 6, 7, 8 en el canal oficial. Uno de los preferidos es lo que ya se ha transformado en casi su causa emblema, a la que le dedicaron esta vez no un suelto interno sino la tapa: el pedido de aparición con vida de Jorge Julio López, un testigo clave que declaró contra algunos asesinos en un tribunal platense hace ya un par de años y de quien nada se sabe desde entonces.

Simpático todo, y un claro síntoma del blanco/negro que nos está envolviendo y matando. No tolero más las dicotomías te amo/te odio. No las tolero de ningún lado que vengan. Pero están ahí.

En la vida de mitad de camino que llevo, un hombrecito de sombrero gris como yo, a veces me veo en problemas para explicar a algunos de mis conocidos, sin sentir que me miran como a un talibán expropiador, porqué el jefe de gobierno de mi ciudad me parece un inútil, o porqué me parece una canallada que el vicepresidente de La Nación homenajee a Strassera cuando su inmediata superior en el Poder Ejecutivo está de viaje por U.S.A. y viene de tener un altercado conceptual con él (sin juzgar quién me parece que tiene o no razón).

Estoy harto de decir en diversos ámbitos donde me muevo que hay medidas y políticas del gobierno federal que me parecen claramente equivocadas, haciendo la aclaración para que no piensen que en cualquier momento me embarco en una revolución bolivariana y salgo a cortar cabezas (si la revolución bolivariana hiciera esas cosas, para empezar, y si hubiera una revolución bolivariana, para finalizar). También tengo algunas cosas buenas que decir en favor de ellos, de los que gobiernan el país. Lamentablemente, a favor de Macri sólo puedo decir que estoy contento porque la cuadra donde vive mi vieja, y donde yo pasé mi infancia, está siendo reparada a fondo por primera vez en 40 y pico de años, luego de diversos cráteres producidos por innumerables microómnibus de líneas diversas.

Me pone muy de culo ver y escuchar cómo muchos medios ocultan adrede "buenas" noticias o las minimizan con contra-argumentos que por sí sólo quizás fueran válidos, pero que actúan como una "contrapartida" a vaya a saber uno qué cosa, qué concepto "grande" que excede la mera enunciación de aciertos y errores en ambos campos políticos, que ni siquiera tendrían que ser dos, de paso. Pero hay dos porque es más fácil que haya dos, no sea cosa que a alguien se le ocurra pensar que pueda haber una alternativa al alfajor de chocolate y al de dulce de leche. A los chorizos de carne vacuna o a los de cerdo.Lo mismo va para el partido gobernante.

Estás conmigo o sos mi enemigo. En el mundo del o esto o lo otro, no podés apoyar una medida que en lo superficial parece meramente demagógica con los resultados positivos que ellos puede traer para la sociedad en su conjunto. El peronismo como tal es esta gran contradicción hecha realidad: los objetivos más nobles enarbolados en los '50's se han visto nublados por tanta suciedad posterior, tanta trampa puesta en el camino de ingenuos bienintencionados o inútiles a secas.

Me cansa estar en el medio porque como decía el Innombrable (lo estoy mentando demasiado), a los tibios los vomita Dios. No creo en el de arriba, pero aun así, lo mejor que le puede pasar a este país es estar llenos de tibios, porque en general los tibios hacen ganar o perder una elección: la famosa duda, que está lejos de ser una jactancia de los intelectuales como afirmaba el erudito de ascendencia asturiana, es lo que nos hará libres, no sólo el trabajo. Nadie se clava un té con el agua recién salida del fuego. Nadie se arroja en una pileta llena de hielo luego de correr 3 horas una maratón.

Las dicotomías inflexibles ni siquiera sirven para mantener el viejo y casi olvidado arte de la discusión, el intercambio de posiciones contrapuestas: es altamente probable que terminemos todos a las piñas. Y yo a las piñas sólo me agarraba de mentirita, cuando mis hijos eran más chicos.

Ahora estoy grande para "tomá, te cagué, puto".

El tema de la canción que sigue, titulada como el post, no tiene que ver con esto, son reflexiones de su autora por haber llegado a la mediana edad: 33 añitos. Cuando se grabó este concierto, calculo, debía tener un par de sotas más en su haber, pero igualmente le quedaba bien, me parece. Me acordé por un post en lo de la M.Y. La Chrissie, en lugar de cantar "eschoy parado en el medio de la vida" (linda canción que cantaba el Ruso), hizo esto. La foto del comienzo del post la encontré por ahí. Me pareció adecuada y amateur. Bien en el medio. Ni una desgracia ni una obra de arte. Podría haberla sacado yo.

Ah. Este no es un post sobre política. Es conceptual sobre el maniqueísmo y las falsas opciones absolutas.

Enjoy.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Irreverencia

Hace mil años, en los '90's, yo era un flamante manager de una unidad de negocios de una compañía transnacional que vendía productos muy buenos y de altísimo precio. No eran fabricados aquí, porque así era como hacía las cosas el Innombrable: para qué lo vamos a fabricar acá si allá lo hacen mejor, más barato y todo eso. De ese modo comenzó a hundir, aun más y como si hiciera falta, a un país mientras todos, un servidor incluido, nos gastábamos los baratísimos dólares en el Abercrombie & Fitch del Sawgrass Mall de Fort Lauderdale y los parques de Disney...

Pero ése es otro asunto.

Fruto de mi ingenuo entusiasmo de entonces y como un gesto de buena voluntad hacia el "gremio" conformado por los sufridos distribuidores y convertidores argentos de esos productos que eran mis clientes, acepté ir a la cena (nunca comida) anual de camaradería de la cámara empresaria que los agrupaba, realizada en el horroroso, ya en esa época y ahora también, restaurante "El Padrino" de la Costanera Norte.

Además del consabido pollo con champiñones de rigor en esos ágapes, y del vino blanco barato fraccionado en algún galpón sucio de Palermo, la cosa traía "número vivo".

Cuando ya el embole me carcomía, y en compañía de mi (entonces) señora cónyuge que se mordía los codos contando los segundos antes de la discreta retirada, apareció en el escenario una chica flaquita no tan chica, solita su alma, con la única ayuda de un apparecchio que disparaba pistas pregrabadas (el viejo truco), y un kit de timbaletitas medio gronchito y elemental. La flaquita no era muy bonita de cara pero no era desagradable y estaba vestida íntegramente de negro: una especie de top escotado hacía más patético su magro busto, y unas calzas igualmente pretas mostraban un nada ostensible trasero que al decir del catalán, tenía demasiados huesos. Piernitas flaquitas, chatitas negras, y allá iba la muchacha...

Su repertorio, como correspondía a una intérprete que tenía mucho más de amateur que de profesional curtida, estaba compuesto íntegramente por covers de onda "latina": los hits del momento, algún bolero clásico pero interpretado en el estilo, tan en boga en esa época, de los discos "Romance" de Luis Miguel: o sea, a los gritos y con 0 (cero) relación climática con las letras que hablaban de contrariados y desesperados amores. La única cosa buena que tenía la mina es que realmente no desafinaba ni por casualidad. Tenía un timbre de voz fresco, juvenil, firme, y un carisma especial para atraer la atención de los jovatos ya medio alcoholizados que habían ido ahí a hacer sociales con sus camaradas… y con los nabos de las empresas proveedoras como yo, a ver si les bajaba unos mangos el precio del producto.

En el clásico momento de hacer participar al público, la minita llamó al “escenario” , una plataformita triste de madera ligeramente sobreelevada que chirriaba ante sus saltitos, a alguien que quisiera cantar con ella. Un cincuentón también íntegramente vestido de negro que no era parte del show, pelo largo desactualizado, unas cuantas canas y cara de banana de Ramos Mejía se acercó y luego de la introducción le dijo a la minita que él había sido “artista” (esa palabra usó). La minita le dedicó una mirada piadosa y cuando le requirió detalles el tipo le dijo que era Héctor Santos, otrora estrella de ese programa señero de la cultura argentina de fines de los 60’s y comienzos de los 70’s llamado “Música en libertad”, donde jovenzuelos/as vestidos/as a la fashion del día simplemente bailaban y hacían lipsync al son de “los ritmos de moda”. La minita, bastante cruel en su interior, quiso gastarlo más y le pidió que le cantara algo, tras lo cual Héctor le descerrajó un par de estrofas a cappella de una patética e ignota canción que en épocas mucho más generosas que la nuestra (bueno, no sé si es tan así) había grabado (sí, grabado) y sacado al mercado, con un éxito rotundo en el círculo familiar cercano (no tanto político).

Obviamente, la diferencia generacional entre ambos creó un momento un tanto incómodo: la minita le dijo que no lo conocía a él ni a la canción, tras lo cual pasó rápidamente a la acción y juntos hicieron como que entonaban “una que sabemos todos”. Posiblemente haya sido una buena idea que Héctor hubiese cambiado de negocio a tiempo... o quizás fue fruto del orden natural de las cosas, ¿no?

Todo transcurrió normalmente hacia el final del set. Fast forward hasta algunos años más tarde, y la minita se convirtió en una “artista” (no como Héctor Santos) hecha y derecha, grabó discos varios, cantó ante mucha gente, no sólo acá sino en el resto de América Latina, componiendo ella algunas canciones, con arreglos muy buenos y cuidados, aunque con ese tono intrascendente que hoy cultiva Diego Torres: todo muy lindo pero pasame el vitel toné, fiera.

Luego de algunos años de éxito, la mina desapareció un poco del mapa, no sé si por temas personales, la permanencia en el estrellato le fue esquiva, la gente casi como que se olvidó de ella luego de haber martirizado los oídos del país desde la alta rotación de la 100 y otras delicias.

Marketineramente suspicaz, ella y/o su representante y/o su compañía discográfica, recientemente sacaron un CD íntegramente compuesto por covers, por versiones de canciones famosas para que la gente cante y reconozca. Paradójicamente, volvió a sus comienzos. La minita sigue teniendo una buena voz, los arreglos de las canciones ajenas no están mal, pero yo y creo que mucha gente ya va pidiendo el pollo con champiñones, no en “El Padrino” sino donde esté, si es que está todavía de este lado del piso.

A continuación, entonces, al modo de los "homenajes" de Julito, una versión decente en lo vocal y (en mi opinión) mediocre en lo instrumental, de una hermosa canción cuya letra fue cruelmente desfigurada y ultrajada para que “le guste a todos”. Habráse visto tamaña irreverencia... La versión es la del CD, con fotos de la minita que ilustran mientras corre la música hasta el ansiado final...



Ok, ya pasó, bueh, bueh, ok, tampoco es para ponerse así, che...

Si, como a mí, les dio dolor de estómago, siempre está la original, que es una obra maestra (y que yo ya había posteado hace tiempo).

Enjoy.

lunes, 20 de septiembre de 2010

It's a man's world



A raíz de un percance con su automóvil, desde hace cerca de un mes mi hermana (algo menor que yo) pasa unas 2/3 noches por semana en mi departamento junto con mi sobrino. Ella vive más o menos lejos de mi casa y de su trabajo, que queda cerca de donde yo vivo, entonces además de alimentar los lazos fraternales, se ahorra unos mangos y algo de tiempo en el traslado a su laburo (que es también la escuela donde va el retoño).

El detalle simpático es ver a la mañana cómo Beto, el encargado de mi edificio, nos ve salir tan campantes a los tres, recién bañaditos y desayunados, con el pelito mojado y la sonrisa al frente. Mi hermana es más bien tirando a bajita, y yo tirando a altito. El tipo debe pensar que soy un desafortunado que no sólo se consiguió a una cuarentona de novia, sino que además la mina se le metió en el derpa con pendejo y todo... Y bueh.

La cuestión es que hoy a la mañana, luego de un fin de semana salvaje donde mis hijos (varones) arrasaron con todas las reservas alimenticias y de toallas limpias de mi departamento, mi hermana, que vino anoche a dormir con su hijo, mientras yo preparaba el café andaba merodeando por ahí, abriendo cajones, revisando las estanterías donde se amontonan CD's, libros, cupones de tarjeta, un par de pen drives, unos antifaces para dormir en el living (no tengo persiana, mira al este), etc.

- Qué buscás.
- Una gomita, me responde, haciéndose el típico gesto femenino de amucharse la parte trasera del pelo en una colita.
- Para qué.
- Para el pelo, gil, ¿no me ves?, y me señala con los ojos revoleados la mano izquierda sosteniendo el mechón.
- Acá no hay esas cosas. Esta es una casa de hombres.

Y no, no hay, che.

Y dudo que alguna vez haya.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

El sol y los planetas

Tengo que ponerme las pilas.

En otra casa en la que vivía hasta hace unos años tengo un libro de fotos sacadas por Linda McCartney, entre las que estaba esta.



Impresionante. La foto fue tomada durante las sesiones de Let it Be, presuntamente, donde George no la estaba pasando muy bien. Quizás esa especie de "corona de espinas" en que había transformado una humilde pandereta, o tambourine como le dicen en inglés, no era tanta casualidad. Y contribuía al aura mística que el tipo cultivaba, a veces a su pesar.

Ese libro, que tengo que recuperar, también tiene fotos de otras estrellas de la época, entre ellas unos muy jóvenes y zarpados Rolling Stones, B.B. King, James Taylor, Crosby & Nash, Paul Simon, The Who y un montón de gente más, mucha de la cual la joven Eastman (que no tenía nada que ver con los dueños de Kodak) había pasado por las armas ella misma...

Ya que estamos con mi Beatle preferido, en el siguiente clip tomado en uno de esos conciertos organizados por el príncipe tonto de las islas británicas, puede apreciarse la siguiente alineación, además de una sección de vientos inidentificable a simple vista:

Guitarras: George Harrison, Jeff Lynne (ELO, ¿hace falta aclarar?)
Bajo: Mark King (el de Level 42)
Percusión: Ray Cooper (Eric Clapton, y mil etc. más)
Teclados: Jools Holland, Elton John
Batería: Ringo Starr, Phil Collins



Mamita...

Enjoy.

martes, 7 de septiembre de 2010

Friendly Fire I

Sección iniciada recién, porque se me canta, comentando las delicias que maquinan los cerebros profesionales marketineros/publicitarios, "creando" publicidades que aparentan ser inocentes y no, no lo son.

Exhibit A:



Pese a lo que indica el nombre de la imagen, que refiere algo relacionado con la "cirugía" (esas líneas que le dibujan a la muchacha del sector superior), el mensaje subliminal es que efectivamente la muchacha en ropa interior es, digámoslo así, gorda.

Ok, no es el cánon corporal que se maneja de un tiempo a esta parte, pero posiblemente su tipo de cuerpo esté en el sector superior en cuanto a proporciones, al menos en la población femenina mundial. Y superior no en peso, sino en lo que se refiere a "belleza", si se quiere.

Lo irritante de este asunto es el uso de "Too much", que obviamente luego remata con "Tu much" linkeando el nombre del cliente, que es el canal de música que todos conocemos, Much Music, y la imagen de una niña que no, que no es "too much". Que es linda. Porque no es gorda.

El uso del "too much", que en inglés significa "demasiado", es, en mi opinión, especialmente perverso dado que en el lenguaje coloquial de cierta fauna urbana porteña, deja de significar lo que significa, o sea "demasiado", para implicar o connotar la acepción de "inaceptable": mucha gente en esta ciudad utiliza la expresión (aun sin saber una papa de inglés, como la mayoría de la población argentina) para referirse a algo que no va, que no encaja, etc.

El contraste con la bonita señorita de la foto inferior hace que huelguen las palabras, ¿verdat?

There will be more to come.

No es brillante, pero al menos los 4 (cuatro) comentaristas de este blog van a dejar de hablar de soretes esparcidos por el campo, qué joder.