viernes, 8 de enero de 2010

In your face


Exposición. El shopping exhibe las piezas de una actualidad volátil: como en una galería de arte, lo que se ve no siempre podrá ser adquirido, pero la visión ha educado la mirada. Aunque se espera que los visitantes compren, en un shopping es posible entregarse solamente al placer óptico. Muchas de sus mercancías son inaccesibles para la mayoría de sus visitantes, pero pueden observarse como se hojea una revista de ricos y famosos, para ver cómo es la piscina o el gimnasio privado de una celebrity. La exposición de objetos inalcanzables alimenta la relación amorosa entre el shopping y sus visitantes, quienes salen de allí transportando muchas veces una bolsa minúscula que contiene una vela o un frasco de esencias perfumadas, un peine de madera o una hebilla para el pelo, esas cositas pequeñas que ofrecen los quioscos del shopping disponiéndolas como si se tratara de tesoros de joyería para los más pobres. Esta diseminación de la oferta entre lo inaccesible y lo casi carente de valor fortalece la fidelidad que sienten hacia el shopping los más chicos y los más viejos, como si la existencia de mercancías menores fuera una prótesis compensatoria del resentimiento de quienes no pueden adquirir sino lo más barato. Casi todos puden salir del shopping con una bolsita colgando.

Beatriz Sarlo en La Ciudad Vista – Mercancías y Cultura Urbana, Siglo XXI Editores, 2009.

8 comentarios:

Darío dijo...

ufff, gran reflexión. Está bueno cuando ponen en palabras tan claras algo que uno piensa hace rato pero no se había detenido a darle forma.

Roedor dijo...

Sí, a mí lo que me molesta es el tono despreciativo y las palabras que elige esta señora. Creo que con el concepto estoy de acuerdo, aunque para lo que llevo leído del libro obvia totalmente las motivaciones comerciales que tienen los shoppings en cursiva, como gusta escribir. Los prejuicios pueden desteñir o hasta anular el buen juicio, esto es lo que me pasa con esta mujer.

Darío dijo...

ah ah ah. No he leído todo el libro (y dudo que lo haga, aclaro). Pero en cuanto a este fragmento me parece acertado lo que dice. Ojo, ahora estoy por ir a un shopping a comprar un libro y sin duda que cuando entre sentiré esa extraña sensación de estar en un palacio ehcho para que yo compre una miniatura.

Entiendo lo que decís sobre ser despectivo al respecto todo el tiempo. En ese sentido creo que hay que vivir y hacer, y si te topás con lugares como estos cortemos un poco el análisis y a lo nuestro.

Roedor dijo...

Los shoppings son útiles, de todos modos. No se puede leer todo lo que uno quiere todo el tiempo, ni escuchar todo lo que uno quiere todo el tiempo tampoco.

Hay que leer y escuchar otras cosas para ver dónde está el trigo, y no la pura paja.

Darío dijo...

Sin duda que son útiles, de hecho ya te comentaba que estaba por ir a comprar un libro a uno. Y está bueno analizar y criticar también, pero que eso no impida disfrutar de eso que se critica.

Cosima dijo...

Brutal, pero verdad.

Adoro la lucidez de Sarlo.

Cuando sea grande quiero ser como ella.

Cosima dijo...

El pasear en el shopping tiene su costado democrático: hay aire acondicionado y es un buen refugio para la canícula porteña.

Roedor dijo...

Estoy terminando el libro, y tengo algunos parrafitos más muy simpáticos. Sarlo tiene una personalidad que me cae pésimo, pero hay que reconocer que por momentos es una observadora muy aguda y si no fuera por ese trasfondo de menosprecio que se le escapa, usualmente da en el clavo.