Hace unos años yo laburaba en el departamento de Marketing de una conocidísima empresa productora de un conocidísimo producto de consumo masivo. Fácil, ¿eh?. Esta marca esponsoreaba recitales en los mid-90's, y no sólo eso: esponsoreaba a tipos, a artistas, uno de ellos Fito Páez. En esa época pre-Mundial de fulbito de USA (corría 1993), esta marca quería salir con la típica publicidad comercial televisiva tribunera emotiva, de esa que los boludos cantan hasta en el bondi. Una conocida marca de cerveza adoptó la costumbre inmediatamente después, luego de robarle uno de sus ejecutivos de marketing. Y así nos va, pero ése es otro asunto.
La realidad es que en ese momento todo el mundo esperaba que Fito compusiera el himno, que era el working title de la mencionada cancioncita. Yo no estaba directamente involucrado pero en esas épocas locas todos nos metíamos en todo, uno de ellos un típico expat nacido en país bananero sudamericano no limítrofe pero ciudadano de un sofisticado país europeo por gracia de su ascendencia paterna. El tipo, patizambo, petisito y cuerpo moldeado por el gimnasio, era por fuera la vera imagen del exitoso ejecutivo de compañía transnacional, especialmente en el rubro de no haber leído un puto libro en su vida, ni escuchado música decente, etc., cosas que habitualmente vienen en esa presentación de producto. Su caja torácica y bíceps eran prominentes, salvo por el detalle de que para lucir proporcionado tendría que haber medido mínimo 20 cm más. O sea, no sólo era ridículo, sino que lo parecía. Vino acá por 5 años, viviendo a todo culo en casa alquilada ad hoc en elegante suburbio del norte del GBA. En resumen, se creía un verdadero Master of the Universe, como diría Tom Wolfe.
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El asunto es que Fito había presentado un demo, medio a regañadientes, de una canción inédita en ese momento, que nadie conocía y que luego iría al disco, casi idéntica al demo, como Mariposa Tecnicolor. Era una versión un poco más cruda que la del disco, me acuerdo que el Negro Colombres metía palazos por todos lados (un monstruo) y no contenía el puentecito que dice "Todos yiran y yiran, todos bajo el sol..., etc. etc.". A mí me gustaba la canción (todavía me gusta) y todos estábamos fascinados por el clima festivo, pese a que la melodía tenía alguna complejidad respecto al standard boludón de los jingles y los cambios de tempo y clima eran algo abruptos.
Como era de esperar, todo el mundo estaba dispuesto a mandarla al comercial como protagonista casi absoluta, así como estaba.
Menos el energúmeno este, por supuesto.
El tipo, cuyo modelo de música sofisticada eran los boleros de Luis Miguel, quiso hablar con Páez en persona, para "sugerirle" algunos cambios y que la canción tuviera más gancho. Por supuesto, Páez no quiso saber nada y lo atendió (como una excepción hacia el cliente que había puesto tarasca y de la grossa), alguien cercano a él, su manager de entonces o uno de sus asistentes, no recuerdo bien.
Resultado: el pitufo este cantándole por el fono para que "mejore" la parte que decía "llevo la voz cantante, llevo la luz del tren" y otras por el estilo, con una melodía que bajara o cambiándole un par de palabras. El resto de nosotros contemplábamos azorados el ultraje, no porque Páez nos pareciera intocable sino porque el sordo inútil este se le pusiera a aconsejarle cómo componer canciones pop a una estrella.
Por esta razón o por otras (Fito todavía tenía restos de reluctant star), no sólo que el proyecto quedó trunco sino que Páez de a poco se fue desvinculando de la relación con la empresa, por ejemplo, no presentándose a cantar un par de canciones en la reunión de ese fin de año de la empresa (mandó un video con saludito, todo peinadito con gel y sentado al pianito).
Siempre tomé ese momento como el ejemplo del desubique total, el no saber absolutamente cuáles pueden ser las consecuencias de actos que uno cree que son correctos, embebido en soberbia o lo que sea, y que son básicamente un desastre. Yo he hecho papelones, y seguramente los haré en el futuro, pero como ése, dificulto.