viernes, 14 de enero de 2011

Pluralidad y prejuicios



En uno de los ámbitos de laburo donde me muevo, Germán es el gerente administrativo de una empresa. El tipo es de un pueblo del interior de la provincia de Buenos Aires, que vive desde hace mucho en la Capital , gana bien, tiene una linda familia, no creo que haya ido a ninguna universidad pero se me ocurre que hay pocos como él en el mercado: con una mezcla de instinto natural, sentido común, inteligencia, muñeca negociadora y la sana desconfianza de un provinciano en la gran ciudad, hace su laburo de manera impecable. Tiene los típicos gustos de un argentinito urbano medio 40 y pico de años: fulbo, asado, amigos, mirar minitas pero no tanto porque está a full con la patrona y enamorado de sus hijos. No le preguntes por Bryan Ferry: no sabe quién es ni le interesa, y está todo bien.

Germán es en teoría (sólo en teoría) un prejuicioso de aquéllos, de esos especímenes de oficina porteña que comulgan con el estereotipo tinelliano de muchachón avivado. Tiene como jefe de administración, un escalón por debajo de su nivel, a un muchacho algo menor que él, extranjero, morochito, con doble apellido, gordito, y… homosexual. Ignacio no anda revoleando las castañuelas por todos lados, pero todos saben de su orientación sexual, y también hace su laburo como tiene que hacerlo. Adicionalmente, es un tipo muy apreciado por sus compañeros, pero especialmente por sus compañeras.


Cada vez que ando por ahí me llama la atención cómo conviven estos dos ejemplares, tan en las antípodas de gustos personales y hasta culturales, uno expansivo y el otro retraído, ambos metiéndole juntos para adelante, sin roces aparentes ni subterráneos, o al menos eso es lo que se percibe desde fuera. Recuerdo que hace muchos años en una empresa transnacional donde yo laburaba, que siempre se jactó (y se jacta) de su pluralidad y que hasta se publicita internacionalmente como un empleador de igualdad de oportunidades, un gerente administrativo echó a uno de los juniors del sector porque en las dos horas de almuerzo el tipo invariablemente salía a la puerta y se montaba en la motocicleta de un muchacho muy musculoso y muy vestido de cuero, para retomar prolijamente su puesto a las 14.30 en punto. Eran otras épocas, es cierto, y es bueno que todo haya cambiado.

Lo que seguro no cambió es la actitud de las girls: en esa época, un par de chicos gays que laburaban en esa empresa eran amiguísimos de secretarias con ideas tan cortas como sus faldas (no todas, algunas, digamos). Las chicas estaban cómodas con ellos. Una de elllas, fan de los Pet Shop Boys, un día me contó que en medio del primer recital que dieron los tipos en Argentina, hace ya unos cuantos años, acompañada por uno de los muchachos gay, había terminado (ella) saltando como una poseída, sacándose la blusa y moviendo sus tetitas apenas contenidas por un soutien mínimo… en público. Le pregunté si ella hubiera hecho lo mismo si yo estaba allí a su lado en lugar de Juan, tal el nombre de su acompañante. Me miró primero espantada y luego cagándose de risa, para decirme: “Ni loca”.

Volviendo al presente, ayer Ignacio, tan suave y educado, estaba haciéndole unos masajes descontracturantes en el cuello y espalda superior a una de las recepcionistas, una pendejilla de unos veintipico de años, bastante fuertona y que tiene como característica no hacer muy bien su laburo, además de poner sistemática cara de ojete cuando percibe de manera paranoica y casi siempre sin fundamento, que el 99% de los hombres de ese lugar quiere llevársela a la cama.

Le iba a contar la historia de los Pet Shop Boys a la recepcionista, pero me pareció que no me iba a entender.

16 comentarios:

brasil dijo...

Tanta historia para despotricar porque la minita no se quiere masajear con vos!... ¡hacete gay!

¿quien es ese Ferry o Perry Mason o Brian? ¿otro gay?

Anónimo dijo...

Brasil me quitò las palabras, pienso exactamente lo mismo, escribir tanto para decirnos que està caliente con la recepcionista es como mucho, yo que usted voy de una y la encaro, total el no por ahì ya lo tiene, quien le dice que se lleva una sorpresa y la vida lo sorpende con lo que tanto espera, una chica jovencita a su lado.

suerte y el que arriesga no gana.

Juana de Arco.

santiago segura dijo...

Jaja, Brasil te mató. Creo que estoy dormido, porque no entendí muy bien el cierre.

Igual es cierto que las minas con los homosexuales se llevan bárbaro... no sea envidioso!

Roedor dijo...

El propósito del post está explicitado desde el título y con marcar la diferencia entre un cambio de actitud en los hombres pero no así en las mujeres, todo en un lapso determinado.

Por supuesto, percepciones son realidades, y si Uds. lo vieron así, qué le voy a hacer, ¿no?

Además, no sé ni quiero aprender a masajear a nadie.

La condesa sangrienta dijo...

Ninguna mujer le mostrará las lolas si se refiere a ellas como 'tetitas'.
El texto está muy bueno y la descripción, impecable, pero no abuse de los diminutivos que lo revelan como un argentinito prejuicioso.
¿me cuenta la historia de los Petitos? ay, no... queda feo, vió? jajajaj
besos (que no besitos)

Roedor dijo...

Es que no era muy tetona la chica...

laura dijo...

Lo que suena prejuicioso
en el relato es la construcción de las empleadas jóvenes: hacen su trabajo mal, son histéricas (sólo se dejan tocar por los gays!! tragedia!), usan faldas cortas y son medianamente tontas.

¿Por qué debería cambiar la actitud de las mujeres para con los gays? ¿Qué debería cambiar? ¿Los hombres deben aceptarlos y las mujeres rechazarlos? Además, no todas las mujeres adoran a los gays,para muchas es "un hombre menos".

Y yo no tengo problema con que un hetero me haga masajes en la oficina. Y me gusta Brian Ferry.
Pero entiendo a la recepcionista.
Me recuerda este comercial:

http://www.youtube.com/watch?v=JXn73-90FK4

Saludos!

Roedor dijo...

Una de las empleadas no era joven, en ningún momento dije que sólo se dejaban tocar por los gays, dije que no todas eran tontas. Tanta afirmación sobre frases no tan ambiguas parece intencionada, pero está todo bien.

Yo no juzgué que está mal nada de lo que relato, es lo que observé. No veo dónde hay una afirmación categórica, apenas una descripción de cosas que en general suceden de ese modo.

El comercial está bueno, pero me consta que a la a esta altura famosa recepcionista no la están cargoseando de ese modo todo el día. Para exageración no está mal, tiene un buen efecto, aunque también es prejuicioso: los que la acosan siempre son motoqueros mal entrazados, no el gerente de sistemas... y la realidad no es así de ningún modo, al menos no todo el tiempo.

Anónimo dijo...

Le dieron con todas, Rat. Este es el clásico caso que dependiendo de quien cuenta es como se toma el relato. Hazte fama...
Por Laura me colgué con los comerciales http://www.youtube.com/watch?v=m5lgQRQw82o&NR=1

Gabriela dijo...

cuanto abuso de estereotipo!!
Cuando vi Perdidos en Tokio me aburrì como una ostra porque es tremendo tener una vida aburrida y pretender que sea divertida al contarla.

Emtre la entrada del auto estacionado en el superpermecado y esto.......... cuando se va de vacaciones? a ver si nos cuenta como es que se tira de bomba a la pileta en 200 palabras...

Roedor dijo...

Ya había visto ese comercial, pero no sé de qué producto se trata. No entiendo el idioma.

Gabriela, no son estereotipos, son cosas que pasan en la vida real. Baje un rato a ella, si puede. La vida es algo más que unos campos verdes con yuyos que andan por ahí.

Ah. No era un supermercado. Era una fábrica de alimentos.

Gabriela dijo...

la realidad queda en la planta baja? me da miedo salir del roof garden.... usted dice que no me va a pasar nada espantoso como quedarme sin tictac para la halitosis y esas cosas espantosas que muestran en la tele???

yo de realidades entiendo poco.. me explica un cachito màs con esa linterna màgica que usted blande (dije BBBBlande) como la pelvis de Elvis iluminando a los paparul@s que parece que somos los que lo leemos?

Roedor dijo...

El Roof Garden es un buen lugar. Quédese ahí, nomás. Además, los tragos son fantásticos.

La aclaración de la "b" estuvo absolutamente de más.

Bracias.

Anónimo dijo...

Yo te apoyo, Roedor. Son tiempos raros. La nueva moda de las chicas es hacerse las piolas con los gays y las histéricas ofendidas con el hombre deseante.
Con decir NO, basta. Y hasta se puede decir con una sonrisa. Pero no veo la ofensa (salvo que el tipo sea un denso o un sordo)

Si yo fuese hombre, las dejaría masajearse por el amigo gay, lucir su sostén con los Pet Shop Boys e irse solitas a la cama, contentas de su autonomía, degustando un activia viendo a Tinelli en la tele.

Besos.

Darío dijo...

Roedor; habrá que hacerse amigo de los gays; algo se ligará calculo.

Luigi dijo...

Yo me la como!!

(por si hay mujeres leyendo)