jueves, 8 de noviembre de 2007

Movin' target


Todo empieza de manera calma. De manera queda.

Como todas las operaciones sigilosas. La temporada comenzó y los pasos de la presa son sigilosamente seguidos, monitoreados.

Las preparaciones laterales siguen su curso, empezaron hace un tiempo, decisiones que se toman, y nadie sabe nada. Nadie, por supuesto, es la futura presa. Todos los demás no son nadie. De otro modo, la presa no sería la presa.

El mundo se mueve como en un nivel paralelo, donde los diálogos no lo son, las sonrisas sólo lo parecen, y los comentarios casuales son cualquier cosa menos eso, casuales. Todos miden sus movimientos, no sea cosa que, ¿vio?.

En rigor, los que saben la verdad de la milanesa son sólo unos pocos, y su posición ética es dificultosa: un gesto de más, una palabra no dicha, un amague de desdén o falta de preocupación por asuntos ostensiblemente urgentes delatarían el apertrechamiento sordo y echarían por tierra toda la estrategia.

Mientras tanto, la presa sigue mordisqueando el pastito donde tiene oportunidad y hace ver que su situación está lejos de ser la que realmente es. Out of sight, out of mind.

Por supuesto, nada es eterno, y la presa en algún momento levanta la cabeza, olisquea en el aire, mira alrededor con aire nervioso y se percata de que el aparente orden tiene de todo menos eso, orden, y cada vez menos de aparente. Empieza a probar tácticas de comprobación que le digan, que le den una pista, que la autoconvenzan, de que en realidad todo sigue como entonces y el prado es todo de ella. A veces lo verifica, a veces no. Las más, la incertidumbre todo lo invade.

Hasta que un día, el menos esperado, el que tiene más sol, en el mejor paisaje, alguien la llama y le dice:

- Tenemos que decirte algo: a partir de mañana ya no vas a trabajar con nosotros.

Diez minutos después, la presa pasa a mi lado, dice "chau", caminando enérgicamente. Apenas tuve oportunidad de saber cómo se llamaba y que le gustaban las pelis de Almodóvar. Sintiendo casi alivio por el final de la intriga, balbuceo un torpe: "Hasta pronto".

Me clava dos dardos de ojos: "No, hasta nunca".






5 comentarios:

La condesa sangrienta dijo...

Lamentablemente en estos cotos no hay veda ni especies protegidas. La temporada de caza sucede en cualquier temporada del año y con cualquier calibre. La presa puede quedar malherida o muerta y como la carne y el pellejo ya han sido utilizados, no importa el daño.
Pucha, ni siquiera podemos optar por el vegetarianismo en estos casos porque cualquier nabo puede ser dueño del rifle.
Por las dudas, olfatee contra el viento y levante las orejas!

Darío dijo...

Quizás sea algo paranóico, pero yo opto por ir tanteando otros pastizales, ver si hay lugar para uno más, otros bosques, no sea cosa que... vió. Y el "hasta nunca", genial. Saludos!

Milkus Maximus dijo...

Lo que dice Darío, veo yo, se ha vuelto moneda común. Mucha gente teniendo siempre algún contacto a mano, alguna posibilidad, algún proyectito alternativo.
Maravillas de un país "en serio"

Luigi dijo...

Excelente la descripcion... la tensión de ese ambiente que se dá en las empresas se siente en la piel.

Aunque sea del tamaño de una maceta, nada mejor que tener tu propio pastizal... jejejejeje

Roedor dijo...

Sí, yo en algunas oportunidades tenía pastizales propios y es altamente probable que vuelva a tenerlos.

Mientras tanto, ese clima de tensión es bastante feo. A mí me pasó, y lo que se siente es más o menos lo que traté de escribir.

Todos miran (miramos) para otro lado.