viernes, 30 de noviembre de 2007

Anabellita strikes again

La vida en una empresa con más intenciones que recursos no es fácil, y Anabella lo expresó de manera brutal.

Poco tuvieron que ver esta vez sus amores contrariados o desencontrados o devaluados, sino la propia realidad en forma de útil herramienta.

- Entonces, Anabella, ¿cómo te figurás que es tu trabajo?
- ...
- Sí, ponele una imagen, dijo el sádico capacitador.
- ... Mmmm... un martillo, dijo Anabella, pronunciando la primera sílaba normalmente y la última casi inaudible.

Gestos de escozor entre los presentes.

El tipo no se iba a dar por vencido. Cuando tiene la oportunidad de ser protagonista, poco importa la sensibilidad de una bailarina indefensa.

- ¿Qué hace un martillo?
- Golpea.
- ¿Dónde?
- (hijo de puta, no puedo creer lo que me estás haciendo...) ...
- ¿En qué lugar golpea el martillo? Perdón, voy a reformular la pregunta: ¿En qué lugar te golpea, Anabella?

- En la cabeza.

Y comenzó a lagrimear profusamente, sin taparse los ojos, sin emitir un sonido, sin manotear una de las servilletas que sirven para no enchastrarse las manos a causa de las medialunas. Como si hubiese finalizado un strip tease aterrador, como si hubiese arrojado la última pieza de ropa interior en la cara del tipo, como si sólo estuviese vestida con sus delicadas sandalias en sus delicados pies, Anabella paseó la mirada por todos nosotros para terminar fijándola en su interrogador policial.

Hace tres días que Anabella no va a trabajar, presuntamente afectada por una disfonía que ya ese día hizo aun más dramático su testimonio.

Ninguno de nosotros sabe si volveremos a verla.



6 comentarios:

yo dijo...

Buenísimo el post, muy bien relatado y la imagen de Pink Floyd iba justo.
Parece que Anabella no"strikes again" sino que la golepan a ella, por cierto, cuál es su trabajo?
Esperemo que se recupere
Saludos! :)

Anónimo dijo...

Espero que esa chica, si es que existe y todo no es un cuento tuyo, no se entere que un baboso la está usando para hacerse el canchero en su blog.

La condesa sangrienta dijo...

¡No me haga hablar, roedor, no me haga hablar...!

(y usté, Juan ¿sabe lo que significa ficcionalizar la realidad? no sea tan literal che)

Roedor dijo...

Juan, la única mentira es que Anabella no se llama Anabella, pero sí existe.

En realidad no la uso para lo que vos decís, sino para que anónimos con espíritu enanofascista me sugieran a mí qué debo y qué no debo escribir en mi propio blog. Me encanta la gente que se autopostula para hacer papelones.

Anabella volvió a trabajar y está muy bien (en todo sentido).

Anónimo dijo...

Menos mal, ya me estaba preocupando por esa chica...

Roedor dijo...

Tanto tiempo, glenda...

En realidad volvió un poco más guarra... veremos qué se puede hacer para maltratarla un poco así se siente más a gusto.