El roedorcito benjamín está transitando la primera mitad de su escuela primaria en una escuela pública más que decente con multiplicidad de caracteres. En otras palabras: se gana su lugar todos los días, y los niños mimados no tienen demasiada cabida.
El roedorcito benjamín va a una escuelita de fútbol un par de veces por semana a un club donde van unos cuantos chicos ricos que tienen tristeza, como decía el innombrable. El tipo no es un crack, hay unos cuantos que juegan mejor que él, pero está algo arriba de lo que juegan los que tienen la media de su edad, es robusto sin ser gordo, juega físico y le pega bastante fuerte a la pelota.
El partido estaba disputado y un compañero del roedorcito benjamín manda un centro. Van dos a cabecear, el roedorcito benjamín y otro, más abierto. Haciendo un esfuerzo, el roedorcito benjamín logra cabecear y hace sin saberlo y posiblemente sin proponérselo lo que haría un jugador profesional que gana millones: cabecea hacia abajo, para que le pique antes al arquero y lo desoriente. La maniobra sale perfecta: la bola se mete en el arco y roedorcito benjamín sale corriendo a buscar al que tiró el centro y abrazarse.
Mientras festejaban, siente un empujón de atrás y ve a su desaforado compañero, el que corrió junto a él en el centro, que le grita descolocado:
-Esa pelota era para mí, pelotudo...
Roedorcito no se amilana, enarca las cejas, junta los dedos de la mano derecha todos apuntando hacia arriba (mueve la mano en el mismo sentido, arriba-abajo) y responde con libreto aprendido del profe:
- Somos equipo, chabón...
El niño rico que tiene tristeza se va refunfuñando, y el juego sigue.
En la próxima jugada, en defensa, el mismo niño empuja a un compañero de su propio equipo (no al roedorcito), le saca la pelota y sale jugándola él.
El roedorcito benjamín posiblemente sea (eso espero) una persona feliz que disfrute el deporte, pese a que es altamente probable que no se gane la vida con eso.
Al otro lo vamos a ver en las fotos en revistas o en afiches por la calle, en un par de décadas, quizás.
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5 comentarios:
Estuve en dos escuelas privadas y un club normalito y estaba repleto.
Al final el Carlo' tenía razón, para qué solucionar la pobreza si los muchachos vamos a seguir con tristeza (?)
Mi hijo va a una pública y también a un club donde hay fútbol y van chicos más "high". Me pareció un relato muy claro. Y que bueno es ver como un hijo de desenvuelve en esa diversidad y con SUS propios valores y sentimientos.
Esos valores se aprenden en casa. Lo peor del fútbol infantil son los padres arengando a sus niños desde afuera. Cuando digo padres hablo de los dos, pero las madres merecerían un (larguísimo) pàrrafo aparte.
¡Bien por el roedorcito benjamín! un beso para la flia. roedora.
Pobre roedorcito benjamín. Sobrevirá, como toos.
Muchas veces los pobres chicos son víctimas de padres competitivos y energúmenos.
Qué bueno que su roedorcito no se haya quedado callado y pueda defenderse solito!!
A veces los chicos empiezan a vivir "la yeca" desde demasiado temprano! Con muchos niños ricos se va a tener que cruzar a diario!!
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