sábado, 27 de octubre de 2007

Ruiditos

Hace unos años pasaba casi todas mis vacaciones de verano en Brasil. Por cuestiones de laburo, en años más recientes y hasta hace poco, iba bastante seguido a ese país y me quedaba un par de días, usualmente en ciudades grandes.

Una de las cosas que siempre me llamó la atención de Brasil era el ruido a la mañana de obras en construcción vecinas. Los tipos que soldaban, los que cortaban madera o fierros, los martillazos manuales o las ametralladoras de los martillos neumáticos.

Producción. Laburo. Gente moviéndose, país avanzando.

Nuestros vecinos alegres y eximios deportistas siempre me causaron bastante envidia: pasaban y pasan las crisis, pero los tipos siempre se las rebuscan para asomar la cabeza por encima del nivel del lodo (a gente vai levando, como decía la canción).

Cuando volvía a Buenos Aires, hasta no hace mucho, me resultaba deprimente no escuchar esos ruidos, era como estar en un casi cementerio, en un limbo donde todo pasaba asordinadamente, entre otras cosas la vida y el progreso, que inevitablemente estaba del otro lado de la frontera.

En estos días, desde hace un tiempo en realidad, ese mismo ruido se escucha en casi todos los barrios de la ciudad. Es más, mejor no te distraigas porque entra un mono con el fratacho y te aplica un fino en plena jeta.

Claro que, como siempre, las motivaciones son otras: el furor por construir departamentos de 1 y 2 ambientes para alquilar por el supuesto boom inmobiliario es la razón por la que conviene que vayas asegurando el árbol de tu vereda, si es que todavía sos afortunado como para tener uno.

Además de tener los mejores jugadores de fútbol del mundo, en Brasil las obras se hacen para que duren, para que giles como vos y yo gastemos cada vez más guita en sus hoteles, autopistas, restaurantes y todo tipo de cosas que haga que más de un negro lo piense dos veces antes de cortarte los dedos para afanarte un billete de dos pesos. Brasil no es un país perfecto, la desigualdad mantiene alto el nivel de criminalidad, pero en su inmadurez como nación nos lleva larga ventaja en eso de construir futuros un poco más perdurables y un poco menos codiciosos en el corto plazo.

A mí no me hiere el orgullo nacional si Inglaterra nos gana 2-1 en fútbol. Lo que me mata es ver esa mente de tierra arrasada, de langosta que consume todo y después... la nada.

4 comentarios:

bonito lunch dijo...

eu sempre envidie: futebol na praia , cerveja , carnaval na rua , mangueira,mulheres ,samba , bossa , forró , frevo , pagode ,pao de queijo ,aguardente de canha (pra caipirinha)
gavioes da fiel ,caneçao , sambodromo ,pelourinho , timbalada e ainda mais

MM dijo...

Es que acá siempre es tierra arrasada.

Es plata o mierda.

Roedor dijo...

Lunchero, todo eso bajo el solcito es una gloria, ahora aflojemé con el alcohol, por favor.

Groncho, parece un lugar común, pero lo de la plata o mierda también se aplica en Brasil, la diferencia es que los tipos no sé por qué razón siempre avanzan un cachito más que nosotros, que nos creemos unos vivos bárbaros.

bonito lunch dijo...

tambem gosto de tudo isso embaixo da chuva . con alcohol o sin alcohol .