miércoles, 14 de abril de 2010

La lectora

Me gusta leer todas las noches. Me gusta creer que leo todas las noches.
Como lectora no soy ni tan obsesiva ni tan sistemática como con otras cosas. O sí, pero no taaanto.
Leo de todo, leo rápido y leo mucho.
Los libros que más me gustan son los que me invitan, me atrapan y no me sueltan. Los que están bien escritos y me llevan de la nariz. Los que me dejan con ganas de más. Si un libro me gusta me zambullo y me lo devoro y no paro hasta terminar. Si un libro me dura mucho quiere decir que no me gusta demasiado, o que no me atrapó demasiado fuerte. Si un libro me gusta vuelvo a él una y otra vez, lo lleno de esquinitas dobladas, le busco sus mejores rincones y me arremolino en ellos, los leo y releo, los exprimo y los destripo.
Últimamente estoy logrando controlar esa maldita costumbre de tratar de adelantarme y anticipar lo que se viene. Últimamente estoy disfrutando mucho más de las sorpresas que me encuentro en cada página.
Leo un libro atrás de otro, muy pocas veces me topo con alguno que, una vez terminado, me obliga a descansar. Casi siempre la transición no tiene ningún tipo de solución de continuidad. Voy de uno a otro por más azar que otra cosa, aunque respetando, dentro de lo posible, unas pocas pautas mínimas: cambiar de autor, por ejemplo, pero sobre todo cambiar de densidad: si terminé de leer algo pesado o espeso, elijo uno liviano o corto o suave, como para aligerar el tranco. Si leí algo que me gustó mucho, sigo con algo neutro o menor, cosa de que el gustito de lo pasado tarde un poco más en disolverse.

Siempre, casi siempre, termino lo que leo aunque me aburra, me sea indiferente o me indigne. Eso sí, a veces postergo: dejo el mamotreto y lo retomo después. O mucho después. Muy pocos, demasiado pocos libros me han derrotado.

El último tren vino con La pregunta de sus ojos (no vi la peli) de locomotora. Una locomotora fuerte y elegante, muy bien escrita. "Bien escrito" es un elogio que podemos usar muy poco los que leemos una mayoría abrumadora de libros traducidos. "Bien escrito" es un elogio que le cabe a pocas cosas de las que se producen en estos pagos últimamente. "Bien escrito" debería ser uno de los elogio más halagadores. La pregunta de sus ojos es un libro bien escrito, muy bien escrito. No es estridente, ni pretenciosa: es arrolladora. Deslumbra porque no está decorada con ninguna clase de cotillón ni pastelería. Es una historia sencilla y bien contada, con palabras precisas y tono acorde. Con personajes exactos.

Enganchado atrás vino un vagón totalmente opuesto: El fondo del mar, de Fresán. Una historia rebuscada y un escritura repujada y barroca. Pretencioso por donde lo mires, cada párrafo es una vidriera en la que Rodrigo nos tira por la cabeza todo lo que sabe, todo lo que leyó, todo lo que escuchó y vio en el cine. Leerlo es como tratar de arar una calle adoquinada. Lo terminé porque termino todo, porque más de diez veces tuve ganas de tirarlo a la basura.

Felizmente finalizado, elegí Derrume de Guebel porque era corto: nada con letra tan grande podía ser peor que el de Fresán. O mejor dicho, nada podía ser peor que el de Fresán. Derrumbe me enamoró de entrada, me gustó hasta la tercera parte, después me empezó a aburrir un poco y hacia el final me obligó a confirmar que nadie me había cambiado de libro: parecía completamente otro y para colmo se había disparatado. Derrumbe es un libro que se derrumba, lo cual no está del todo mal y es bastante coherente consigo mismo, sin embargo, te deja una sensación de desilusión hacia los amores a primera vista.

Ahora estoy con El juego favorito de Leonard Cohen. Hace más de dos semanas que estoy con él y eso quiere decir que me estoy aburriendo. Es un libro raro y oscuro y medio poético y capaz que hasta es un libro bueno. Pero es aburrido, muy aburrido. Sólo sigo adelante porque de vez en cuando, mientras espero que el Indesing me termine un pdf o que el Yousendit se coma un archivo bien grande, busco en You tube I'm your man y agradezco que Leonard se haya dedicado a la música.

18 comentarios:

Roedor dijo...

Caramba, tantas similitudes...

Algunas no tanto. Para mí "bien escrito" es un libro que me muestra algo que me conmueve. Javier Marías tiene párrafos de veinte renglones donde con suerte hay un punto seguido. Pero me fascina.

Los barrocos a veces me gustan, a veces no. Fresán quiere demostrar todo el tiempo que leyó más que vos, aunque a veces se le cae una idea.

Si Guébel es quien yo pienso, sin haber leído nada le tengo cariño porque hace muchos años puso en su lugar al nabo de Víctor Heredia, quien se había ofendido porque Guébel (creo que en Humor) había hablado mal de un disco o un show de Heredia. Entonces, el prócer se ofendió, chapeó con que a él lo había censurado la dictadura y hasta se atrevió a hacer "chistes" sobre la similitud fonética entre el apellido del crítico y de cierto personaje siniestro del Eje en la Segunda Guerra. Guébel en el número siguiente lo mandó a cagar con una frase que aun hoy recuerdo y decía más o menos: "La censura es deshonra del censor y no orgullo del censurado", que tan bien le vendría a tantos biempensantes con espíritu de salvadores del universo que pululan por este país.

Pero me fui de tema. Yo tampoco le permito a un libro que me gane y me lo devoro hasta el final, y también lo dejo reposar hasta que me entren ganas de nuevo si me emboló. Suelo alternar Houellebecq con Harry Potter, y eso también es una muestra de que me gustan las cosas disímiles.

Una cosa que me sucede últimamente y que me inquieta un poco es intuir que de algún modo a mí me eligen los libros y no al revés, porque por casualidad (o no tanta) me pongo a leer cosas que me identifican seriamente, ya sea por una cuestión generacional o simplemente porque cada vez que me pongo más viejo me vuelvo más cínico. Entonces no es que estoy leyendo libros de mujer tipo Mastretta, precisamente.

A mí me hace bien saber que algunos de mis hijos estén leyendo los libros de Harry Potter luego de haber mirado las pelis porque uno de ellos descubrió (oh sorpresa) que "en el libro hay muchas más cosas que en la peli y además vos te las podés imaginar como querés porque ya conocés los personajes". Anoche el más pequeño vino con unas short stories medio raras que desempolvó de la biblioteca del mediano, y nadie se lo pidió ni se lo ordenó. Hasta me lo leía en el auto...

El otro día alguien me mostró el pad que baja libros de cualquier lado y que se lee parecido a un libro de verdad. Está bueno, hasta me mostraron cómo en medio de un restaurant del microcentro porteño te podés bajar de Amazon un librito a sólo 9,90 dolareques. Nice.

La lectura todavía no le ganó a la tele como preámbulo al sueño: leer un libro es demasiado importante como para hacerlo de manera somnolienta.

Sobre Cohen (en realidad sobre cosas relacionadas con Cohen) habrá post a la brevedad.

yael dijo...

bueno, sí, bien escrito implica todo eso también.

y sí, hay barrocos que son buenos y muy buenos. saramago (el de antes sobre todo) y saer. pero Fresán es más que barroco. Fresán es pedante. y malo.

Guébel debe ser. no sabía la anécdota pero le cuadra. el libro está bueno, se disparata, pero también se disparatan los de Bizzio e igual nos gustan. mucho nos gustan.

yo también voy de Houellebecq a Potter sin solución de continuidad. y de las +1000 páginas de Vida y destino a la hora y media que tardo en despachar Ciega a citas. y así. pero eso es bueno, es una virtud que tenemos, estoy convencida.

con lo de los censurados y los orgullos capaz que algún día hay post.

brasil dijo...

no tengo culpa en dejar de leer lo que no me gusta o no entiendo.

En mi generación -pretenciosa- era mal visto no leer a Joyce

Acometí Uli(y?)ces un par de veces. No lo terminé nunca, ni disfrute siquiera una yema de él. Y hoy además, estoy seguro que la mitad de los que dicen haberlo leido no lo han hecho.

Hay libros pequeños, sin fama, sin pretención, que sin embargo como cierto nro 5 de Villa Dalmine llenan los sentidos

Leí El vino del Estío de Bradbury no menos de 5 veces desde los 12 años hasta el presente

Y volveré a hacerlo hasta que no haya una próxima

yael dijo...

me da la impresión de que Ulises es como El quijote: todos lo leyeron pero nadie lo leyó. al primero, cada vez que lo tuve entre mis manos lo dejé sin atreverme a acometerlo. al otro sí que lo leí, y deveras. igual, para mamotretos el más grande que leí, de punta a punta, es Las mil y una noches.
creo que está bueno dejar sin culpa lo que nos aburre. ¡pero yo no puedo!

Roedor dijo...

Wow. El vino del estío (originalmente Dandelion's Wine, o "El vino de diente de león"), fue el primer libro de Bradbury que leí. Mis viejos me lo regalaron de chiquito pensando que era "ciencia ficción", pero no lo era. Sin embargo, era hermoso. E hizo que después corriera a las librerías buscando Crónicas Marcianas y todo lo demás.

El Guébel que digo yo es Daniel.

Los libros son objetos de placer, y me arriesgo a las suspicacias. La propia escena de uno sentado y concentrado en un par de rectángulos de papel, sin hacer otra cosa, en este mundo, no es algo tan común de ver. Por puro placer, obviamente.

yael dijo...

entonces es el mismo.

bueno, bueno, este post se arriesga a las suspicacias de movida nomás. sindudamente se arriesga, vea.

Mari Pops dijo...

con la lectura tengo epocas desde la insaciabilidad hasta la indiferencia
Sé, además, lo que no me interesa para nada -como los ensayos- y ni me acerco a lo que intuyo sere incapaz de comprender

Chica simple, vio?

Tengo, sin ambargo, una fascinacion hacia el libro como objeto y compro muchisimos hasta en lenguas incomprensibles

La condesa sangrienta dijo...

No me conmueve un libro sólo porque esté 'bien escrito', tiene que haber algo más. Es un romance que establezco más allá de cómo esté escrita la historia.
También me pasa que no puedo dejar de leer hasta el final aunque no me guste, si bien Borges aconsejaba dejarlo para otra oportunidad. A veces no es nuestro tiempo para ese texto.
Ando un poco (más) dispersa y ocupada, así es que estoy leyendo a los saltos. Voy con los Diarios de Cheever a cuestas y lo llevo con sus oscuridades aunque me parece un escritor de la luz y releo poesía, no me da el bocho para mucho más en este momento.
Coincido también con la Popps, el libro como objeto es una de las pocas cosas que me pueden.

yael dijo...

ah, Mary, yo también le escapo al plomazo y al mamotreto: es la simpleza que multiplica el placer.
por supuesto condesa que tiene que haber algo más que buena escritura. sin embargo, la buena escritura es necesaria: no me imagino un muy buen libro si no está bien escrito.
cuando estoy dispersa elijo cuentos, cuando ando muy cansada, busco cosas livianas o releo algo que sé que no me va a dar trabajo. si estoy a la miseria, antes de leer necesito algo más primario y más manual. o hacer sudokus.

Roedor dijo...

Eso de comprar libros en lenguas incomprensibles just for the fun of it es o muy imaginativo o un tanto enfermito, jaja!

Los libros que están bien escritos son los que me gustan.

Ese axioma es el equivalente al que decimos los hombres: a mí me gustan las minas que me dan bola.

He dicho.

La condesa sangrienta dijo...

Claro que sí, un libro que me guste tiene que estar bien escrito, pero no todo libro bien escrito me gusta. No es condición sine qua non, eso quise decir.

Anónimo dijo...

Yael, leo poco y leo viejo.
No compré nunca un libro, todo lo que tengo es heredado.
Guebel, Caparrós, Feiling, Chejfec y los Shangai en su conjunto me gustan mucho pero especialmente Chejfec. Matilde Sanchez me gusta mucho.
Me importa la escritura y no retengo la trama. Amo a Onetti, Mansilla y Sarmiento.

Roedor: quien escribe veinte líneas sin un punto me cae bien de entrada y quien escribe con oraciones cortas no me gusta de entrada, cuestión de gustos.

saludos a todos.

bonito lunch dijo...

del grandioso roberto arlt decian que escribia mal.
que es bien escrito?.

Roedor dijo...

Bueno, yo quise mofarme un poco del "bien escrito" diciendo la pelotudez que dije: ¿quién es el jurado?

La tradición cuentística sajona escribe con frases cortas, como Poe, por ejemplo. London, por ahí. Borges escribía así. Dicen que es lo más, En cuentos impresiona, no sé si en novelas donde debería haber un fluir mayor. No soy crítico literario ni lo quiero ser. Me gusta que me cuenten historias, igual que en el cine. Truffaut era un sensiblero pero a mí me gustaba porque me contaba historias, no siempre verosímiles, pero me llegaban.

Los excesivos me molestan un poco. Bolaño me parece brillante, pero no le llegué a terminar la de los detectives salvajes. Me embolé a los tres cuartos de libro. Quizás lo retome algún día.

Me cago en el bien escrito, básicamente. Bukowski escribía "feo" y a mí me aburría igual, qué se yo...

Marco dijo...

Hace un tiempo que los libros aburridos comenzaron a ganarme por puntos. Antes perseveraba como buscando una revelación o corregir mi entendedera.

Pero no, el último que me ganó fue La caverna de Saramago.

Un saludo.

PD: Roedor, está tu "temerario" post publicado en LPND.

La condesa sangrienta dijo...

Así como un tipo con faltas de ortografía difícilmente podría enamorarme (gustarme, calentarme, entusiasmarme, flashearme o lo que quiera), así tampoco me engancharía con un texto mal escrito.

¿qué es bien escrito? pregunta Lunch, supongo que aquello con una estructura bien armada, una correcta sintaxis y estrategias puestas en función de lo que el texto pretende transmitir.

De cualquier manera,y volviendo al ejemplo, no todos los hombres guapos y bien vestidos me gustan. Como mínimo, limpios e inteligentes. Se aceptan pequeñas guarradas y desprolijidades.
Con los libros igual, y a gozar mi amor...!

WILDE dijo...

Ando buscando un abogado Roedor, ¿me podés recomendar alguno?

Ruben dijo...

Estupendo relato de Catalinas.