Finalmente, tuve mi día como autoridad de mesa en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La mera expresión me suena grasa, como el vino de mesa contrapuesto al vino fino (término grasa si los hay).
El barrio no era grasa, pero tampoco lo más de la elegancia. Hay lugares mejores y peores en Belgrano, y los pequeños apuntes incluyen:
- La escuela religiosa era inmensa, pero las monjas son unas brujas porque cerraron todos los accesos al patio y todas las ventanas (únicas fuentes de aire relativamente fresco) hasta que los cagué a puteadas a los de seguridad. Las monjas gentilmente accedieron y no morimos de asfixia sino de embole.
- Entre las imágenes de los claustros había una justo frente a mí donde un santo o apóstol o no sé qué estaba “consolando” a un arrepentido o algo así, la cosa es que parecía que el que estaba arrodillado frente a él con su cabeza a la altura media de su cuerpo, le estaba practicando un blowjob. Un horror. Un sacrilegio. Ya mi mente estaba enferma y no habían pasado dos horas desde el comienzo de la votación.
- La impuntualidad es parte del ser nacional. Criado laboralmente en empresas más o menos grandes donde una tardanza de 3 minutos para una cita es merecedora de miradas reprobatorias, yo estuve a las 7am para recibir todo pero los muchachos del correo (a quienes creo les faltaba más de un jugador), llegaron 7.45, y yo tuve que decirles que si además de la urna y 500 sobres también me daban una bolsa llena de boletas, la elección iba a ser más fácil… Por Dió.
- Mis hijos me acercaron vituallas para el almuerzo, mi hermana me preparó un termo de café. El estado piensa que 60 mangos a los premios es suficiente para semejante sesión de tortura. Algunos fiscales muy pro (sí, ésos) tenían un catering que ocultaban vergonzosos ante la mirada rebosante de malaria de los pertenecientes a otros partidos.
- Los conciudadanos y conciudadanas que protestan porque piensan que pese a tener 45’ de demora en recibir las cosas teníamos que abrir igualmente a las 8am, sí, ésos y ésas, que eran unos/as cuantos/as, todos/as me la chupan. De a uno en fondo, por favor, como ayer, como el del cuadro.
- Subconjunto del anterior: viejos penosos que escuchan Radio 10 y se enojan con las autoridades de mesa, olvidándose de que somos sólo instrumentos de un sistema político corrupto, no parte de él. Resulta triste presenciar tanta pifiada conceptual toda junta.
- Muerte a los fiscales itinerantes YA: viejas camanduleras, jubilados perversos que miran culos fláccidos, lúmpenes desocupados con olor a chivo que no tienen un rábano que hacer en sus casas, todos pidiendo a las autoridades de mesa permiso para invadir los cuartos oscuros cada 7 minutos. Los discipliné con entradas masivas cada media hora, pese a las protestas ridículas “yo tengo derecho” y esas pelotudeces.
- Lo del olor a chivo es cierto: cada vez que entraba con ellos en el aula con las boletas, mi Dolce e Gabbana se mezclaba con efluvios dignos de la peor buhardilla húmeda superpoblada (y sí, soy anticuado, uso Dolce e Gabbana, ¿y qué?).
- Queda demostrado que los elegantes votantes pro de Belgrano son más abiertos de mente que la obesa líder de la Coalición Cívica, ya que muchos la votaron a ella para presi pero con los senadores y diputados de Mauri, pese a las objeciones morales que le merecen esos ciudadanos a Miss Carrió. Esa es la explicación bienintencionada. La jodida es que la gente decente se tapó la nariz, puso el voto para la gorda para que no gane esa shegua. No funcionó.
- Es oficial: las minas de Belgrano son mayoritariamente muy feas. Uno de los fiscales de mesa, todo un poeta, dijo: “Esto parece un frigorífico”. Muy fino.
- Un salame me llamó desde dentro del cuarto oscuro (lo violó una monja escondida en un armario, pensé), para decirme que no encontraba al candidato del pro. Técnicamente no había, pero es otra prueba más de que López Murphy no esiste. No le dije nada porque quizás era uno que quería hacerme una cama por intentar inducirle el voto. Se quedó media hora y se fue. No sé si encontró algo.
- Miss Carrió perdió en su propia provincia, tercera lejos. Para sus coterráneos, su tonalidad cutánea zanahoria y sus miradas fuera de cámara van más con los insoportables porteños que con la gente buena de la selva subtropical. Si a eso le agregamos que es boga y descendiente de un ex juez de la Corte Suprema de la Nación, menos identificación todavía. Lilita: en marketing sos una desgracia, tenés posicionamiento en el medio. Los libros y la realidad dicen que ésa es la peor posición posible. Sin embargo, en mi mesa se llevó a todos por delante, incluyendo a Lavagna, tan con pinta de decente y tan amigo de gente de dudosa reputación.
- Sí, hubo gente que votó al Alberto. Y al juez Cruciani. Un despistado puso una boleta con el nombre de Tarapow en ella.
-Por si hacía falta aclararlo: yo voté la lista completa de la CC, pero la que incluía al diputado con nombre de bajista de grupo hard rock californiano, no a la piba.
- En mi mesa nadie votó a Castells, como corresponde. Pero más de un carapintada asesino que se cargó a más de un inocente tuvo su voto. Es lo que hay. Después de todo, Videla vive por ahí cerca.
- Votó cerca del 80% de la mesa, pero cayeron millones sobre la hora para evitar que los emboquen como al gil que les firmaba el DNI o la libreta.
- Atendí tipos con libretas que eran número 200 mil y pico, todos con bigotito fino en la foto, trajes cruzados y fijador en el pelo. Yo soy 14 palos y algo, mi hijo menor 42. Qué ganas, ¿no?
- Mis dos asistentes eran sendos pendejos y no tanto con cara de qué- garrón-este-domingo-hermano. Uno de ellos hizo intento de fuga a media mañana pero volvió. Los tres nos fuimos extenuados a las 10.45pm, con la sensación de satisfacción que se experimenta cuando a uno le han roto el orto por nada. Para peor, uno de ellos ni se enteró de que no cobrará los pesitos pues el sistema prevé remuneración sólo para el presidente de mesa y un suplente.
- Nadie me lo preguntó, pero si alguien me inquiría “¿Vos sos empleado judicial?”, pensaba partirle la jeta con el escritorio. Igualmente, aunque no soy ni quiero ser judicial, me miraban con cara de conmiseración.
- La Cris (la vi recién hoy en el diario, la tele, Internet, al lado del inodoro, detrás de los cuadros y dentro del freezer) estaba divina con ese vestidito floreadito y la Segolène Royal de florero haciendo juego.
- El rush del cierre llenando papeles al tiempo que las viejas chotas de las fiscales me daban órdenes como si tuviera que preparar un peceto a la mostaza, fue lo peor: escribí no menos de 4 veces las mismas cifras, algún número no cerraba y ante las objeciones de las más “éticas”, estaba internamente entre la risa y el llanto, conteniendo mis ganas de escupirles en la cara cosas como: “¿Y vos todavía creés que con 3 votos en blanco más o menos en esta ciudad se puede cambiar algo?”.
Hoy podría no haber ido a mi laburo, pero de huevón que soy lo hice.
Se sortea el premio al pelotudo. Yo tengo todos los números.
No me agarran más. La próxima me voy a Bagdad, donde todo está más tranquilo.