domingo, 10 de febrero de 2008

The Beautiful and Damned

Una de las cosas que siempre me llamó la atención es que, al menos en el mercado de libros argentino, quizás no tanto el español, no había traducción de la inmensa mayoría de la obra de Francis Scott Fitzgerald (1896-1940).

Hasta hace poco, no había ninguna traducción al español de casi nada en las librerías porteñas.

Salvo El Gran Gatsby, que fue llevado a la pantalla en la década del '70. Yo no vi esa peli a su estreno porque era muy chico y luego de leer el libro de grande pensé que nadie, ni el más brillante director interpretador de maravillas, podía hacer algo bueno. No pienso darle la oportunidad, porque siempre me pareció que esa peli era una excusa para que el vestuarista se gane un Oscar.

F. Scott Fitzgerald es considerado uno de los padres de la novela moderna estadounidense junto con Hemingway, John dos Passos y alguno más, difícil encontrar a alguno de los tipos que vinieron después (y que ya se murieron o están a punto de) que no haya reconocido su influencia.

Yo leí en inglés, en bellas ediciones de Penguin, todas sus novelas y casi todos sus relatos.
The Beautiful and Damned (traducida como "Bellos y Malditos") es una novela publicada en 1922, y cuenta la historia de Anthony Patch y su esposa Gloria, la pareja ideal, destinada a las grandes cosas, que por una cuestión legal y casi de "merecimiento" las pasan muy duras hasta encontrar la supuesta "felicidad", que no es tal y les llega (muy guacho el Scottie) en la última página de la novela. No les voy a contar el argumento, pero es un desaparramo de vida disipada, de vivir beyond their means, y esas cosas tan decadentes que otros imitadores intentaron luego emular, y todavía intentan, y no logran.

F. Scott Fitzgerald era un tanto desalmado, había nacido en St. Paul, Minnesota, que en ese momento era un pueblito de mierda conectando el Este y el Oeste, y murió en la Costa Azul, luego de haberlo vivido todo, la gloria y la humillación, casi como los protagonistas de la novela. Siempre despreció su origen, pese a que todavía lo recuerdan en el Rice Park.

La relación tormentosa con su esposa Zelda, que algunos dicen reflejada en esa novela precisamente, siempre fue un misterio: oficialmente escribieron algunos cuentos "a dos manos" (están publicados y son muy buenos), pero se sospecha que eran 100% de ella, que murió en un incendio de una institución mental donde estaba recluida, ocho años después de su marido.

Releyendo esta novela el otro día, pensaba porqué en este lugar del mundo no contábamos con el privilegio de leer a uno de los pioneros, y después me quedé pensando en que quizás había demasiado color local, demasiados códigos internos de gente que vivía de manera muy acelerada antes del LSD y otras cuestiones. También pensé que quizás los editores nos querían salvar un poco de tanta desolación puesta en letras, tanto pesimismo y desconfianza profunda en la humanidad en sí. Tanta cáscara brillante y tanta mierda dentro. Porque eso es lo que impresiona de F. Scott Fitzgerald: no hay personajes más monstruosos que los suyos.

Pero lucen tan bien.


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