viernes, 20 de julio de 2007

The Fast Lane

El carril rápido, eso quiere decir el título.

Es el que está en la extrema izquierda, al ladito nomás del guard-rail. El que toman (tomamos, porque a veces yo lo hago) los que están apurados, o tienen poca paciencia, o saben lo que quieren hacer desde un comienzo. O todo eso junto.

En estos días, por diversas razones, estuve dando vueltas por diferentes oficinas públicas, haciendo algún trámite, también en algún banco, en algunos comercios que no son un shopping. La gente de ambos lados del mostrador, pero especialmente la que está de este lado, los mortales comunes, habitualmente no toma el carril rápido.

Acostumbrados como estamos a que tomamos las cosas de donde están, resulta particularmente enervante ver a una mina indecisa entre llevarse un kilo de picada especial (yes, yáel) de roast beef o premium de nalga. Cuando yo era chico las cosas también eran así. La gente que no sabía, preguntaba. Los que estábamos atrás en la cola, ese bastión del ser nacional argentino, sabíamos de qué venía el asunto, en parte porque nosotros también hacíamos lo mismo. Es muy diferente tomar de una góndola una bandeja con (aproximadamente) 200 gramos de jamón cocido, a pedirle a Don Eugenio 200 de cocido. Es más, hay una tercera variante: decirle a Don Eugenio (almacenero gallego de mi niñez) "voy a llevar algo de jamón", tras lo cual vienen las preguntas acerca de cuál, de cuánto, de si las fetas finitas o gruesas, si algo más, etc.

La gente que no sabe los trámites o requerimientos necesarios para pagar un impuesto con cheque no tiene la culpa, no son parias por hacernos perder nuestro valioso tiempo. Están obrando como era antes, cuando llegar a "la verdad", por baladí que esta fuera, implicaba un camino, un algo, una sucesión, un causa-efecto, por modesto que este fuere.

Hoy no podemos esperar, che. Nos exacerbamos ante la nada misma que afecta la aceitadísima maquinaria de línea de producción fordiana/tayloriana, que dicho sea de paso... es una antigüedad: data de comienzos del siglo XX si somos generosos, quizás desde antes.

Por lo cual, seamos modernos, pongamos palo en la rueda, stop and smell the roses, y no jodamos con que faster is better. Para lo único que es bueno ser rápido es para cuando uno está jugando al básquet: tirar antes de que llegue la marca a encimar, casi en el mismo movimiento de agarrar la pelota del compañero, catch-and-shoot que le dicen.

Para todo lo demás, existe Don Eugenio (Dios lo tenga en la gloria).



2 comentarios:

Luigi dijo...

Concuerdo en todo menos en lo del deporte: más aún que en el basquet, en la F1 hay que ser rapido!

Y lo de los tramites es verdad; si llegaste a alguna ventanilla y te faltó algo (lo que sea) el resto te mira con odio desmesurado... por ahí dan ganas de olvidarte cosas a propósito para hacer calentar a los "apuraditos".

Roedor dijo...

Yo usualmente estoy entre los apuraditos, Luigi, y le aseguro que me rompe mucho las pelotas que un nabo se ponga a elegir las facturas delante de mí, o termine de averiguar cómo era el trámite en el lugar incorrecto. Es más; mi post originalmente iba a ser una encendida crítica agresiva, despiadada e injusta hacia ese tipo de gente, pero uno cuenta hasta diez y se da cuenta de que el pelotudo es el que se desespera. O sea, me puede molestar, pero no me banco la cosa instantánea, el "no perder tiempo", "saber lo que se quiere con anticipación", en algunos órdenes de la vida está bien, pero en estas situaciones donde se supone que uno no está literalmente laburando o haciendo cosas críticas para el devenir de la humanidad, un poco de slowing down no está del todo mal.